Una nueva manifestación del cambio de correlación en nuestra América viene de materializarse en San Pedro de Sula, Honduras, durante la Asamblea General de la OEA al aprobarse la propuesta de los países integrantes del ALBA más Ecuador y Paraguay, que deroga sin condiciones la resolución VI con la cual en 1962 se expulsó de esa organización a la Revolución Cubana.
Cuarenta y siete años después se deroga una medida injusta y anacrónica que formó parte de la brutal agresión imperial de los sucesivos gobiernos de los EEUU y de sus aliados de las derechas conservadoras en nuestros países en contra de la revolución cubana para frenar también su influencia sobre los movimientos de izquierda y su solidaridad con las luchas populares de nuestro continente.
Su derogación forma parte de la nueva correlación de fuerzas que emerge en nuestra América, debido a múltiples factores y hechos, entre los cuales podemos resaltar: los avances de fuerzas de izquierda, progresistas y democráticas que en distintas intensidades y profundidad asumieron liderazgos internacionales en importantes países de América del Sur como en el Brasil con Lula da Silva y la Venezuela Bolivariana con Hugo Chávez; la nueva correlación en Centroamérica generada a partir del triunfo de Daniel Ortega en Nicaragua hasta la reciente asunción de Mauricio Funes en el Salvador; la constitución y ampliación de la membrecía de la Alternativa Bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA); la instalación de la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR), la histórica derrota del ALCA en Mar del Plata en el 2005, el impulso de la Carta Social de las Américas por parte de Venezuela; la derrota del candidato norteamericano para la Secretaría General de la OEA y por cierto-y a pesar del criminal bloqueo y de los constantes y diversos atentados en contra de su soberanía- gracias a la consolidación de la revolución cubana reflejada internacionalmente en una activa, positiva y amplia política exterior y de relaciones internacionales.
La anulación de la resolución expresa también una derrota contundente de la política del Imperialismo hacia Cuba y la región, evidenciando su más alto nivel de debilidad hegemónica más que por un cambio o concesión producto de la nueva administración del presidente Barack Obama.
Los auto designados “intelectuales voceros” de la derecha latinoamericana, activos miembros del lobby anticubano en la región como Mario Vargas Llosa y su hijo Alvaro, vienen de experimentar una nueva derrota en menos de dos semanas. Después de su fallida incursión caraqueña insistiendo en su tesis de las “dos izquierdas” respecto de los gobiernos Latinoamericanos, para diferenciarlos entre una izquierda “troglodita, bolivariana, estatista y pro cubana” en dicotomía con las izquierdas “democráticas y social liberales”, se lamentan ahora frente a esta histórica resolución que “países como Brasil, Uruguay y Chile”, al respaldar a Cuba sin condiciones, se hayan resistido a permitir que su diplomacia reflejara “ su puesta al día ideológica”.
Cuba ha señalado que si bien no ha pedido ni quiere regresar a la OEA, reconoce la decisión impulsada por los gobiernos populares de América latina. Lo que corresponde ahora no es librar una batalla por el ingreso de Cuba a la OEA, sino más bien, como bien lo ha señalado en varias oportunidades el Presidente del Ecuador, Rafael Correa, se hace necesario avanzar en una nueva organización de integración soberana de nuestra América sin tutelas y hegemonías imperiales.
La Cuba de Fidel, Raúl y el Che, ha sido absuelta por los pueblos y ahora oficialmente en la historia por los gobiernos de las Américas reunidos en Honduras.
Esteban Silva Cuadra
El autor es analista internacional y coordinador internacional de los socialistas allendistas y actualmente se desempeña como director ejecutivo de la campaña presidencial de Jorge Arrate.
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