sábado, 31 de julio de 2010

Rechazan reconocimiento del ilegítimo gobierno hondureño por parte del estado chileno


Los socialistas Allendistas, rechazamos la decisión del gobierno derechista de Sebastián Piñera de reconocer al actual gobierno ilegitimo de Honduras.

El gobierno de Honduras y su posterior proceso electoral tiene su origen en un condenable golpe de Estado ilegitimo en contra del Presidente Zelaya.

Continua y se acrecienta la represión y la persecución sobre los opositores y las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos en ese hermano país.

Ninguna de las condiciones y exigencias establecidas por UNASUR, a la cual el Estado de Chile, concurrió se han cumplido y por tanto la decisión del actual gobierno chileno se encuentra basada en consideraciones ideológicas y de complicidad con los sectores que rompieron la democracia apoyados por intereses externos a la región. Ella socava severamente el apoyo de los Estados y pueblos Sudamericanos en solidaridad con la legítima lucha del pueblo Hondureño para recuperar su democracia, estableciendo una nueva constitución para resolver los graves problemas de legitimidad que hoy golpean gravemente a Honduras.

Dirección Nacional
Movimiento Socialistas Allendistas de Chile.

Santiago, 31 de Julio de 2010

viernes, 30 de julio de 2010

Movimientos allendistas chilenos solidarios con Venezuela ante nueva agresión uribista


Caracas, 28 Jul. AVN .- Los movimientos socialistas allendistas de la izquierda chilena manifiestan su apoyo y solidaridad con Venezuela, ante una nueva arremetida y agresión por parte del Gobierno del presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, contra el Gobierno bolivariano venezolano.

El señalamiento lo hizo este miércoles el coordinador de los movimientos socialistas allendistas de Chile, Esteban Silva, en el segmento De Frente, de La Noticia, de Venezolana de Televisión.

Silva lamentó que la Organización de Estados Americanos (OEA) se haya prestado, como un espacio de las colonias, para hacer un escenario de agresión en contra del Gobierno y pueblo venezolano.

Asimismo, señaló que es curioso que un Gobierno guerrerista, como es el del presidente Uribe Vélez, que terminará su mandato el 7 de agosto próximo, tenga tanta capacidad para detectar con tanta precisión supuestas actividades de la guerrilla y coordenadas en Venezuela, y no pueda hacerlo con la propia guerrilla o con las actividades del narcotráfico en la propia nación colombiana.

El embajador colombiano ante la OEA, Luis Alfonso Hoyos, realizó el pasado jueves serias acusaciones sobre la supuesta presencia de guerrilleros en Venezuela, ante el Consejo Permanente del bloque regional, para intentar desprestigiar el Gobierno de Hugo Chávez Frías.

De inmediato, el jefe de Estado venezolano rompió las relaciones diplomáticas con el Estado colombiano, como una medida de dignidad, y negó rotundamente que su Gobierno permita que haya campamentos guerrilleros.

El mandatario nacional ratificó que el rompimiento de las relaciones con Colombia constituye un acto de defensa de la dignidad del pueblo venezolano ante el irrespeto del Gobierno de Colombia, mediante su embajador en la OEA.

Esteban Silva enfatizó que toda América Latina debe estar alerta porque lo que se busca es una escalada contra Venezuela y particularmente contra el Gobierno del presidente Chávez Frías, conflicto que, a su vez, intenta arrastrar a otros países hermanos.

“Espero que haya sensatez por parte de las próximas autoridades colombianas que asumirán el nuevo Gobierno en Colombia, con Juan Manuel Santos a la cabeza”, dijo.

Silva resaltó que ante esta arremetida internacional contra el Gobierno venezolano, Venezuela está en una gran batalla por recuperar la soberanía económica, cultural, democrática, con una democracia más participativa y protagónica, con una perspectiva socialista, “que es el camino que hace 40 años intentó el Gobierno de la Unidad Popular, encabezado por el presidente Salvador Allende y que actualmente recorre una cantidad importante de pueblos, aparte de Venezuela, de Bolivia, Ecuador, entre otros”.

Para Silva, actualmente hay una gran disputa por un cambio de correlación de fuerzas: “Entre las fuerzas por la transformación progresista, socialista, fuerzas de democratización y de recuperación de nuestra soberanía, como pueblos de nuestra América y del Sur frente a una nueva arremetida imperial que tiene un componente en cuanto a que hay una disputa cultural, lo que se vive en los medios de comunicación”.

“Hay control de grandes medios de comunicación, como lo pretende la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que la constituyen los propietarios de estos grandes medios que además intentan hacernos creer que la libertad de expresión es lo mismo que sus intereses, que no es más que la producción del gran capital dentro de democracias representativas y oligarquizadas”, sostuvo.

Recalcó que esta es una disputa que se está dando en todos los pueblos y en Venezuela, “y los allendistas vemos con interés el proceso de transformaciones que se está dando en Venezuela, lo que sigue abriendo caminos en el resto de América Latina”.

A propósito de la reunión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) que se efectuará este jueves, que ha convocado el presidente de Ecuador, Rafael Correa, Silva expresó su solidaridad con Venezuela ante una nueva agresión contra el Estado venezolano.

Manifestó su deseo de que esa cumbre suramericana se convierta en el escenario Venezuela, y su Gobierno, sienta que no está sola.

Catalogó como positiva la gira que está realizando el canciller de Venezuela, Nicolás Maduro, por países suramericanos, para llevar una propuesta de paz de parte del Gobierno Bolivariano venezolano.

"Las palabras de la paz y las banderas de la integración son las que ha levantado Venezuela y particularmente el presidente, Hugo Chávez Frías", añadió.

Sobre injerencia chilena

Silva dejó claro que los movimientos socialistas allendistas de la izquierda chilena también rechazan la pretensión de un grupo de senadores de Chile de acudir a Venezuela como observadores internacionales del proceso comicial legislativo que se efectuará en la nación venezolana el 26 de septiembre.

Autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE) expresaron este mes su rotundo rechazo al acompañamiento de los funcionarios chilenos de la ultraderecha, quienes pretendían fungir de observadores en la cita del 26 de septiembre.

Esteban Silva recalcó que la presencia de observadores internacionales no es un acuerdo obligante para el senado chileno; esa decisión fue votada por un grupo reducido de senadores, por lo que Silva consideró este acuerdo enteramente injerencista.

Hizo la salvedad de que Chile no invita a observadores internacionales a sus elecciones internas, porque los países, por medio de sus organismos respectivos en materia de control y fiscalización de eventos comiciales, son los que tienen la facultad para invitar observadores internacionales bajo procedimientos que están perfectamente establecidos en el ámbito internacional.

Silva indicó que el órgano electoral chileno, a veces, invita a sus homólogos, pero no para fiscalizar el proceso, en dado caso.

Para el entrevistado, en esa intención del grupo de senadores chilenos, el propósito es enfrentar, de manera artificial, al pueblo chileno con el pueblo venezolano y, en particular, con el Gobierno del presidente Hugo Chávez Frías y el proceso de transformaciones socialistas y democráticas que está viviendo Venezuela.

Asimismo, consideró que esto forma parte de una operación internacional a la cual se prestó ese grupo de senadores de la derecha de Chile, junto con sectores y organismos de derecha más reaccionarios.

14:20 28/07/2010
www.abn.info.ve/node/7654


viernes, 23 de julio de 2010

Esteban Silva, Coordinador de los Socialistas Allendistas, rechaza agresión de Uribe contra Venezuela


“Rechazamos la grave provocación de Uribe en contra de Venezuela y nos movilizaremos ante la próxima visita de Juan Manuel Santos en Chile para hacerle ver este rechazo y esta grave situación”.

Hemos asistido a una nueva y grave provocación del gobierno de Uribe en contra de la Republica Bolivariana de Venezuela y del gobierno del presidente Hugo Chávez.

Resulta impresentable y no creíble que los servicios de inteligencia de ese gobierno saliente, tengan tanta facilidad y capacidad de detectar actividades de las FARC en territorio venezolano y que sean absolutamente incapaces de descubrir donde están en su propio territorio.

Como chileno, lamento que la OEA encabezada por José Miguel Insulza se haya prestado para ser el escenario de una nueva escalada de provocación por parte del gobierno de Uribe.

La decisión del gobierno del Presidente Chávez de romper relaciones con el gobierno de Álvaro Uribe, es una decisión de legítima defensa ante la preparación de una escalada y clima bilateral y multilateral que puede transformarse en una agresión contra Venezuela de graves y profundas consecuencias.

Espero que pronto la tensión baje y que la próxima partida de un Presidente tan guerrerista y agresivo como Álvaro Uribe contribuya a restablecer un clima de diálogo y de respeto soberano hacia Venezuela y su gobierno.

En los próximos días llegará al país para entrevistarse con el presidente Pinera, el presidente electo de Colombia, Juan Manuel Santos. Ese día, los socialistas allendistas y la izquierda junto a amplios sectores políticos nos movilizaremos para hacerle ver lo grave de esta situación y nuestro activo rechazo ante esta nueva escalada del gobierno Álvaro Uribe, en contra de Venezuela, situación que busca arrastrar artificialmente al pueblo colombiano en una falsa y grave confrontación con el pueblo venezolano.

Santiago, 23 de julio de 2010

jueves, 22 de julio de 2010

Condolencias al Partido Comunista por fallecimiento de Luis Corvalán


Santiago, 21 de julio, 2010.

Compañero, Diputado
Guillermo TeillerPresident
Partido Comunista de Chile

Estimado compañero Guillermo Teiller

Reciba usted y por su intermedio, el Partido Comunista de Chile, los sentimientos de pesar y la solidaridad de los Socialistas Allendistas, ante el fallecimiento del compañero Luis Corvalán Lepe, Ex Secretario General del Partido Comunista de Chile..

El compañero Corvalán, en su larga trayectoria de lucha, como maestro, parlamentario y militante y Secretario General de los Comunistas de Chile, fue un constructor incansable de la unidad de los trabajadores y del pueblo en su lucha por una vida más digna y la construcción de una Patria diferente para las mayorías explotadas del pueblo de Chile.

Luis Corvalán fue también un constructor da la Izquierda Chilena, basada en la unidad de los trabajadores construida sobre la base de la unidad Socialista-Comunista de amplia base, la que logró edificar una gran confluencia y unidad posibilitando en 1970, la victoria del pueblo chileno con la presidencia del cro. Presidente Salvador Allende.

Sin lugar a dudas, Corvalán fue uno de los dirigentes de la izquierda Chilena que más contribuyó a la Unidad Popular y a ser posible la Vía Chilena al Socialismo que encabezara Salvador Allende.

Luego, durante la larga noche de la dictadura chilena, fue un incansable constructor de la solidaridad internacional y de la resistencia y de la unidad en nuestro país.

Para los Socialistas Allendistas, la manera de rendir homenaje a un compañero. como Luis Corvalán, es construir la unidad y la acción conjunta de los Allendistas, en una izquierda amplia social y política transformadora para hacer posible la transformación anticapitalista para el Chile del siglo 21.

Reciban, compañeros del Partido Comunista y por su intermedio a la familia del compañero Corvalán, nuestro sentido homenaje y solidaridad.

Honor al compañero. Luis Corvalán ante su partida.

Un luchador social y un comunista ha partido.

Otros y otras seguiremos la huella que ha dejado su vida y lucha.


Fraternalmente.

Dirección Nacional
Movimiento Socialistas Allendistas de Chile

martes, 20 de julio de 2010

Socialistas Allendistas saludan los 31 años de Revolución Popular Sandinista.

Compañeros
Dirección Nacional del
FSLN
Presente

Estimados compañeros:

Los Socialistas Allendistas de Chile saludamos los 31 años del triunfo de la Revolución Popular Sandinista.

El gobierno de Nicaragua Presidido hoy por el Comandante, Daniel Ortega y el FSLN es continuador del proyecto de transformaciones soberano que le dio la libertad el 19 de Julio de 1979 cuando el pueblo decidió terminar con la dictadura de Anastasio Somoza.

Los Socialistas Allendistas nos sentimos parte de la Nicaragua sandinista que encabeza hoy Daniel Ortega y de la lucha de Sandino y del partido que fundaron los Comandantes Carlos Fonseca y Tomás Borge.

Movimiento Socialistas Allendistas de Chile

Por la Dirección Nacional

Esteban Silva Cuadra

sábado, 17 de julio de 2010

Socialistas Allendistas de Chile rechazan acuerdo injerencista del Senado chileno en contra de Venezuela


Rechazamos el intento de injerencia interna sobre el proceso electoral democrático de la Republica Bolivariana de Venezuela que ha pretendido un grupo de senadores chilenos de la derecha y de la Democracia Cristiana, acompañados de manera vergonzosa por algunos senadores del Partido Socialista que todavía lleva ese nombre.

Los inaceptables argumentos esgrimidos por este lamentable acuerdo injerencista del senado de Chile, el que reúne en el plano internacional a la derechistas UPLA y ODCA junto a la social democracia a través de la Internacional Socialista en contra del proceso de transformaciones democrático y socialista que encabeza el Presidente Hugo Chávez, son los mismos que fueron utilizados por la derecha política económica en Chile y en el mundo por el imperialismo en contra del Presidente Salvador Allende y el gobierno de la Unidad Popular.

Los Socialistas Allendistas rechazamos el acuerdo de los senadores chilenos el que busca sumarse a una campaña internacional de ataques en contra del Presidente Hugo Chávez y del proceso democrático y soberano de Venezuela. Al mismo tiempo, se busca provocar un artificial e inexistente conflicto bilateral entre nuestro país y la Republica Bolivariana de Venezuela.

Consideramos que la resolución del Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela como órgano soberano de no aceptar una sesgada e injerente delegación de observadores en sus próximas elecciones es una decisión enteramente legitima y soberana.

Para los Socialistas Allendistas de Chile el gobierno socialista que encabeza el Presidente Hugo Chávez es un proceso soberano de autodeterminación, establecido democráticamente por la Constitución Bolivariana y por el pueblo de ese hermano país y debe ser respetado por los pueblos y gobiernos de nuestra América.

Los verdaderos Socialistas y Allendistas chilenos consideramos que el pueblo venezolano encabezado por Hugo Chávez, el PSUV y el pueblo bolivariano han asumido de manera digna el legado del Presidente Salvador Allende de construir una vía propia hacia un socialismo democrático y transformador profundamente latinoamericano e integracionista.

Movimiento Socialistas Allendistas de Chile

Por la Dirección Nacional

Esteban Silva Cuadra,
Coordinador.
Ex director Ejecutivo Campaña presidencial de Jorge Arrate


Carlos Moya Ureta

Santiago, 17 de julio de 2010

Emir Sader: Tesis Equivocadas


La crisis actual significó el fin del neoliberalismo, de la hegemonía norteamericana y conducirá al fin del capitalismo.

- La mayor equivocación de esta visión es considerar que un modelo, una hegemonía o un sistema social termina sin que sea derrumbado y sustituido por otro cuando el Sur del mundo –u otro bloque– proponga alternativas y sea capaz de construirlas. El neoliberalismo no ha terminado, se modera con grados de apoyo estatal.

Se puede y se debe cambiar el mundo sin tomar el poder.

- El proyecto de transformaciones profundas de la sociedad “por la base” sin que desemboque en la alteración de la relaciones de poder, no conduce a ningún proceso real de transformaciones de las sociedades latinoamericanas. Por el contrario, los movimientos sociales –como los bolivianos– que transformaron su fuerza social en fuerza política son los que protagonizan procesos reales de cambio en el mundo.

El Estado nacional se convirtió en un elemento conservador.

- Los gobiernos progresistas de América latina se están valiendo del Estado sea para regular la economía, para inducir el crecimiento económico, para desarrollar políticas sociales, entre otras funciones. Son los gobiernos neoliberales los que desdeñan al Estado y transforman sus funciones en mínimas, dejando espacio abierto para el mercado. Los procesos de integración regional y de alianzas en el Sur del mundo tienen también a los Estados como protagonistas indispensables.

La política se tornó intrascendente.

- Falsa afirmación. Los gobiernos progresistas de América latina rescataron el papel de la política y del Estado. Si no hubieran hecho eso, no podrían reaccionar como lo hacen ante la crisis.

En nuestras sociedades hay millones de “inaptos para el empleo”.

- Esta afirmación, originalmente de Fernando Henrique Cardoso, buscaba justificaciones para los gobiernos oligárquicos: que gobernarán siempre sólo para una parte de la sociedad, excluyendo a los más pobres, ahora bajo el pretexto de un supuesto “desempleo tecnológico” que prescindiría de gran parte de los trabajadores. Los gobiernos progresistas asocian el reimpulso al desarrollo económico con la elevación constante del empleo formal y el aumento del poder adquisitivo de los salarios.

Los movimientos sociales deberían mantener su autonomía con relación a la política.

- Los movimientos sociales que obedezcan a esa visión abandonarán la lucha por la construcción de hegemonías alternativas, aislándose, cuando no desapareciendo de la escena política, cuando se pasa de la fase de resistencia a la de construcción de alternativas. Hay que recordar que movimientos como los indígenas de Bolivia formaron un partido –el MAS–, lucharon y eligieron a su principal líder como presidente de la República. En otros países, los movimientos sociales participan en bloques de fuerzas de apoyo a los gobiernos progresistas manteniendo su autonomía, pero participando directamente en la lucha por la construcción de una nueva hegemonía política.

Sólo se sale del neoliberalismo a través del socialismo.

- Hay quienes afirman que como el capitalismo ha llegado a su límite con el modelo neoliberal –sea por la mercantilización general de las sociedades, sea por la hegemonía del capital financiero–, sólo se saldría de él con el socialismo. No se tienen en cuenta las regresiones en los factores de la construcción del socialismo, del Estado, de la política, de las soluciones colectivas, del mundo del trabajo, entre otros. Las transformaciones introducidas por el neoliberalismo –entre ellas, la fragmentación social y el “modo de vida norteamericano” como forma dominante de sociabilidad– representan obstáculos que sólo podrán ser vencidos en una larga y profunda lucha política e ideológica, para volver a colocar el socialismo a la orden del día.

La alternativa a los gobiernos de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay sólo está a la izquierda y no a la derecha.

- El fracaso de los intentos de construcción de alternativas radicales a la izquierda de esos gobiernos confirma que la polarización política se da entre los gobiernos progresistas y las fuerzas de derecha. Esta situación ha llevado a que frecuentemente sectores situados a la izquierda de esos gobiernos tengan objetiva e incluso conscientemente que aliarse con el bloque de derecha, terminando por definirse sin equidistancia de ambos bloques, viendo al bloque progresista como enemigo fundamental.

Los actuales procesos de integración son de naturaleza capitalista.

- Esa visión descalifica todos los procesos de integración regional, porque no se realizarían mediante una ruptura con el mercado capitalista internacional, porque representarían integraciones en el marco de sociedades capitalistas. Se incluirían no sólo Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina, sino también Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador. Se deja de comprender la importancia de la creación de espacios de intercambio alternativos a los tratados de libre comercio. No se entiende la importancia de la lucha por un mundo multipolar, debilitando la unipolaridad imperial norteamericana. No se entiende cómo el ALBA promueve formas de intercambio alternativas al mercado, a las reglas de la OMC, en la dirección de lo que se llama “comercio justo”, solidario, de complementariedad y no de competencia.

Existe una izquierda buena y una izquierda mala.

- Quien sostenga esta posición quiere dividir a la izquierda, intenta cooptar a sus sectores más moderados y aislar a los más radicales. La izquierda es antineoliberal y no está a favor de los TLC, privilegia las políticas sociales y rechaza los ajustes fiscales con los matices que tiene cada uno de los gobiernos progresistas.

El período actual es de retroceso en América latina.

- Algunos sectores, con criterios desvinculados de la realidad concreta, difunden visiones pesimistas, desalentadoras, de América latina. A veces usan el criterio de la posición que ocupan los movimientos sociales en cada país con relación a la constitución de los gobiernos para definir si hay avances o no, en vez de definir la naturaleza de esos movimientos en función de la posición que tienen en relación con esos gobiernos. Subordinan lo social a lo político, sin darse cuenta de los extraordinarios avances del continente, mayores si se comparan con la década anterior y con el marco internacional profundamente marcado por el predominio conservador. Es un pesimismo producto del aislamiento social, de quien está al margen de las formas concretas por las cuales avanza la historia en el continente.

En elecciones como la uruguaya, brasileña y argentina, para la izquierda da lo mismo quién gane.

- Se dice eso como si la victoria de Lacalle o de Mujica representaran la misma cosa, o como si el retorno de los “tucanes” o la victoria de Dilma Yousseff tuviera el mismo sentido, como si la sustitución de los Kirchner por Duhalde, Reutemann, Cobos o algún otro prócer de la derecha argentina significaran lo mismo para el país. Consideran que se trataría de “contradicciones interburguesas”, sin mayor incidencia, desconociendo el alineamiento de las principales fuerzas políticas y sociales de cada uno de los dos campos, pero sobre todo las posiciones de profundización y extensión de los procesos de integración regional o de los TLC, de prioridad de las políticas sociales o de ajuste fiscal, del papel del Estado, de la actitud con relación a las luchas sociales, al monopolio de los medios privados, al capital financiero entre otros temas, que diferencian claramente a los dos campos.

El nacionalismo latinoamericano contemporáneo es de carácter burgués.

- Desde que comenzaron a resurgir ideologías nacionalistas en América latina con Hugo Chávez, hubo gente que se apresuró a compararlo con Perón, a descalificarlo como “nacionalismo burgués” o simplemente como nacionalismo que nada tenía que ver con la lucha anticapitalista, etcétera. Usaron aquí también clichés sin hacer análisis concretos de las situaciones concretas. El nacionalismo de gobiernos como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador –que recuperan para el país los recursos naturales fundamentales de que disponen– es parte integrante de la plataforma antineoliberal y anticapitalista de esos países. Cada fenómeno adquiere naturaleza distinta, según el contexto en que está inserta cada reivindicación, conforme cada gobierno asume un carácter diferente. En el caso del actual nacionalismo, en América latina está promoviendo, además de lo anterior, procesos de integración regional que le dan un carácter no sólo nacional sino latinoamericanista.


lunes, 12 de julio de 2010

Chile: 20 años de gobiernos progresistas en cohabitación binominal (*)


Esteban Silva Cuadra

Luego de 52 años la derecha chilena triunfa electoralmente con su abanderado Sebastián Piñera. Se cierra así un ciclo político en la sociedad chilena, luego de 20 años de gobiernos liderados por Presidentes democratacristianos y socialistas provenientes de las filas de la Concertación de Partidos por la Democracia (1). Coalición que luego de 17 años de dictadura militar, asumiera el gobierno iniciando el proceso de transición democrática.

Para obtener la victoria, la derecha tuvo que disfrazarse, presentarse sin programa, mostrarse continuadora en lo esencial de los gobiernos concertacionistas (2). Pero la verdad es que las fuerzas de la derecha y los poderes facticos que le respaldaban no tuvieron que realizar un gran esfuerzo ya que la gran derrota sufrida por la Concertación no se expresa solamente en el ámbito electoral sino que ella es sistémica y por tanto tiene una dimensión profundamente cultural.

Lo señaló acertadamente en 1997, el sociólogo Tomás Moulian en su libro Chile: Anatomía de un Mito: "la Concertación como coalición gobernante de las post dictadura abandonó desde sus inicios su programa de democratización y recuperación de la soberanía económica, legitimando y garantizando la reproductibilidad del modelo neoliberal impuesto por el pinochetismo".

El método de la operación transformista por la cual se construyó el tránsito de la post dictadura fue conceptualizado como "la democracia de los acuerdos" y sus principales y más emblemáticos impulsores tanto desde el ejecutivo como en el seno de los partidos miembros de la colación fueron, entre otros, los ex ministros Enrique Correa, Edgardo Boeninguer, Alejandro Foxley y José Joaquín Brunner.

En el gobierno del Presidente Eduardo Frei, el método adquirió un nuevo impulso al instalarse el horizonte de “la modernidad” como un propósito transversal. Es decir, un modelo de desarrollo basado en la privatización de la economía, la enajenación de nuestros recursos naturales, el privilegio a la inversión extranjera y la apertura externa en desmedro de la industria nacional.

Carlos Altamirano, ex Secretario General del Partido Socialista en tiempos de Allende, sostuvo con razón que el gobierno del Presidente Ricardo Lagos fue el mejor gobierno de centro derecha en la historia Republicana de Chile (3). Al terminar su periodo Lagos fue entusiastamente vitoreado por los grandes grupos empresariales y financieros. Una recauchada Constitución pinochetista lleva estampada su firma, aquella reforma autocalificada de “progresista”, terminó de legitimar el Estado subsidiario y la primacía de la propiedad privada y el capital.

En el seno de los gobiernos concertacionistas y en sus partidos, irrumpieron con influencia transversal representantes y lobistas de poderosos grupos económicos y financieros nacionales y transnacionales. Para perpetrar sus objetivos, exhibieron credenciales de izquierda o respetables trayectorias anti dictatoriales y continuaron militando, integrando centros de pensamiento o asesorando a ministros y parlamentarios para asegurar la reproducción del interés privado en la gestión del Estado.

El modelo chileno presentado como ejemplo de un cierto progresismo.

En su artículo ´¨Desigualdad Peligro Eminente´´ Roberto Pizarro, economista y ex Ministro de Planificación durante el gobierno de Frei, nos recuerda con razón que el cambio estructural en la organización económica e institucional de Chile se llevó a cabo antes que en el resto del mundo, convirtiéndose en referente positivo y señalado como modelo para el neoliberalismo.

La estrategia económica instaurada por la clase empresarial y sus economistas, con apoyo militar, fue reconocida positivamente y en lo esencial fue continuada por los gobiernos democráticos de la Concertación. En la práctica, el discurso del “crecimiento con equidad”, y las políticas públicas implementadas por los cuatro gobiernos de la Concertación, no se tradujeron en una modificación de la estrategia económica que inició el régimen militar.

La experiencia neoliberal chilena experimenta una importante diferencia con el resto de los países de América Latina. Después del periodo de destrucción de las bases productivas y de la organización social, política e institucional de la economía y sociedad chilena (1974-1983), se inaugura una fase de elevado crecimiento económico y modernización del país. Éste abarca desde 1984 hasta 1997, con una destacada tasa de aumento anual del PIB, superior al 6% anual.

Así las cosas, el elevado crecimiento económico permitió a los gobiernos concertacionistas reducir la extrema pobreza, pero no se materializó en una disminución de las desigualdades aumentando la concentración económica y empeorando de manera significativa la distribución del ingreso en el país.

Mientras una cierta modernización y el crecimiento son una realidad en el Chile actual, las desigualdades se han acentuado.

Neoliberalismo y desigualdades

Las desigualdades no pueden explicarse sin entender la estrategia económica que le sirve de fundamento. Ésta, inspirada en el modelo neoliberal, ha permanecido prácticamente durante los gobiernos de la Concertación. Sus ejes centrales fueron

Apertura económica indiscriminada al mercado mundial

La apertura radical hacia el mercado internacional hizo perder vigor al sector industrial fundado en la demanda interna, permitiendo que el mayor dinamismo de la actividad económica se centrara en la producción y exportación de recursos naturales (cobre, forestal, pesca, agricultura moderna), bajo la dirección de los grandes grupos económicos locales y del capital internacional. Acrecentada la competencia internacional por la disminución de los aranceles y, en general, con la eliminación de medidas de protección para la industria interna, ésta se debilitó mientras los sectores productivos de bienes transables (que recibieron subsidios internos y programas de apoyo a las exportaciones) se modernizaron y llevaron a cabo mejoras tecnológicas y de productividad.

Se acentuó así la heterogeneidad estructural de la economía, con sectores de avanzada tecnológica, volcados al mercado internacional y sectores atrasados en condiciones de vulnerabilidad y centrados en el mercado interno. Esta heterogeneidad afectó estructuralmente a los micro, pequeños y mediano empresarios e industriales, mermando su capacidad productiva y de generación de empleos y llevando al extremo la informalidad. Por su parte, el sector moderno de la economía tiene escasa capacidad de generar fuentes de trabajo y sus políticas han aumentado la tercerización en los contratos lo que ha debilitado, a su turno, la posición negociadora de los sindicatos.

Estado subsidiario mínimo y exaltación del mercado.

Una concepción de Estado subsidiario reducido y limitado en sus capacidades para orientar la vida económica fundamentó la privatización de todas las empresas productivas. Al mismo tiempo, el Estado actuó con extrema debilidad para enfrentar la concentración económica, defender a los consumidores y trabajadores, proteger el medio ambiente y apoyar a los pequeños empresarios. Finalmente, la denominada neutralidad de la política económica significo entregar a las fuerzas del mercado la exclusiva responsabilidad del crecimiento favoreciendo así en la práctica a los sectores más poderosos.

La concentración patrimonial, una regulación insuficiente y la falta de direccionalidad de la política económica han sido factores de promoción de las desigualdades. Los grandes beneficiados por el Estado mínimo han sido los grandes grupos económicos locales y las empresas transnacionales, vinculadas ambas al sector moderno de la economía: minería; vale decir, los sectores forestal, pesca, agricultura de exportación, banca, comunicaciones y energía.

Política social y focalización

La política social abrió espacio de acción para que el sector empresarial ampliara sus actividades inversionistas en el área social. Nacieron así los sistemas privados de salud y previsión y se multiplicaron los establecimientos educacionales privados destinados a los hijos de familias de altos ingresos. Paralelamente, permanece bajo la responsabilidad del Estado una oferta de menor calidad de estos servicios, dirigida a los grupos de bajos ingresos. Atendiendo a las políticas de superávit fiscal, con escasas cargas impositivas a las empresas, el Estado se limito a focalizar los limitados recursos públicos en los sectores de extrema pobreza, renunciando a asumir y direccionalizar políticas sociales de universalidad.

La estrategia económica y la institucionalidad social, vigorosamente criticada por los sectores democráticos de centro e izquierda durante la oposición a Pinochet, no fueron modificadas durante los gobiernos de la Concertación. Es verdad que con el mayor crecimiento y el aumento del IVA Impuesto al Valor Agregado) en 1990, mejoró el empleo y la captación fiscal, lo que ayudó a la reducción de la extrema pobreza. Pero, el notable crecimiento económico de la década pasada no sólo no se distribuyo equitativamente; sino que por el contrario, generó una gigantesca concentración económica, nunca antes vista en Chile.

Concentración patrimonial

La concentración patrimonial ha sido y es la fuente primaria de la desigualdad en Chile. No sólo económica, sino social y con efectos políticos muy delicados. La revista Forbes sitúa entre las mayores fortunas del mundo a millonarios que encabezan los principales grupos empresariales del país, como los hijos del fallecido Andrónico Luksic, y Eleodoro Matte y Anacleto Angelini, ranking del que siempre estuvieron muy alejados los empresarios chilenos. Estos personajes y sus familias se convirtieron en ricos a nivel mundial, primero, gracias a la dictadura, y luego a las políticas económicas impulsadas bajo los gobiernos de la Concertación. No son los únicos que se han beneficiado de la apertura indiscriminada, de las privatizaciones, de un Estado timorato para regular y con “lo social” convertido en un negocio (AFP, ISAPRES, universidades y escuelas privadas). Junto a ellos los siguen otros grupos de millonarios en los que se encuentra Álvaro Sahie y el actual Presidente de la República Sebastián Piñera, al cual Forbes lo ubica en el número 437 de los millonarios más ricos del planeta con más de 2.200 millones de dólares. Junto a ellos, se sitúan también los grandes grupos capitalistas extranjeros aglutinados en la Telefónica, Enersis, Endesa, entre otros.

Por otra parte, la vinculación entre el poder económico y los medios de comunicación se profundizó durante los gobiernos concertacionistas, con incidencia política insoslayable.

El Grupo Matte controla la cadena de El Mercurio y el Grupo Saieh la cadena COPESA, ambas tienen además revistas y diarios repartidos a lo largo de todo Chile. El grupo Claro controla el canal televisivo Megavisión y el actual Presidente Piñera es propietario del Canal 11. En estas condiciones, el pensamiento único se ha instalado hegemónicamente como una visión incontrarrestable. Con desigualdad en la propiedad de los medios de comunicación, el pensamiento de derecha ha podido defender, prácticamente sin contradictores sustantivos, la institucionalidad económico-social que reproduce sus intereses y descalifica, oculta o ataca cualquier cuestionamiento a reformas que se le puedan introducir.

Profundización de las brechas en la distribución del ingreso.

Con la alta concentración patrimonial existente en Chile la mala distribución del ingreso se ha acentuó dramáticamente. Los informes sobre el Desarrollo Humano del PNUD y los informes del Banco Mundial sitúan a Chile entre los 10 países con peor distribución del ingreso en el mundo. Contraste irónico con la calificación que ubica a Chile entre los veinte países con mayor libertad económica y con un bajísimo riesgo país.

La desigualdad en Chile se agudiza a partir de 1974 con la implementación de las reformas neoliberales. Pero, se profundizo aún más durante los gobiernos de la Concertación. En efecto, en el 2003 el ingreso que captura el 10% más rico de los chilenos era 34 veces mayor que el que recibe el 10% más pobre; mientras que en 1990 la relación era 30 veces mayor.

Educación y desigualdad

En Chile la cobertura educacional es elevada con excepción de la educación preescolar. De manera que el problema educacional radica, en realidad, en la inmensa brecha de calidad entre la educación pública y la privada. O sea, la existencia de una educación para ricos y otra para pobres. En efecto, sólo el 8.5% de los estudiantes se encuentran en colegios particulares pagados y, por tanto la inmensa mayoría está inscrita en escuelas públicas o en privadas subvencionadas por el Estado.

En suma, la calidad de la educación es mala para el 90% de los niños y ella no varió en lo sustantivo durante los gobiernos concertacionistas. No lo es, sin embargo, para el 8,5 % de los niños de Chile, nacidos en familias ricas que se educan en colegios privados. La razón es simple: el gasto por alumno en colegios privados es de 2.772 dólares al año, mientras que el gasto público por alumno alcanza sólo a 600 dólares, vale decir cinco veces menos. Esta diferencia en recursos es la que facilita que los mejores profesores sean contratados por los colegios privados a los que se agrega infraestructura, bibliotecas y acceso a materiales de calidad. O sea, la desigual relación en la inversión entre colegios privados y aquellos financiados por el Estado explica en parte importante las brechas de rendimientos académicos de los estudiantes chilenos.

Salud y desigualdad

La desigualdad en salud es tan evidente como en la educación. La mortalidad infantil es catorce veces más alta en una ciudad situada en el sur del país como Puerto Saavedra que en una comuna de Santiago de altos ingresos como Vitacura.

La expectativa de vida en zonas pobres son entre diez a veinte años inferiores en comparación a las ricas. Dos tercios de las horas médicas se destinan al sistema privado que cubre menos de un tercio de la población. Los recursos que por persona destina Fondo Nacional de Salud FONASA para atender a sus cotizantes y a los indigentes son varias veces inferiores a los de las ISAPRES. Sin embargo, los costos de administración de éstas son varias veces superiores a los de FONASA.

Las desigualdades en las condiciones de salud entre pobres y ricos y en los recursos para enfrentarlas entre el sector privado y público son manifiestas. Pero, a ello se agrega otra desigualdad que se presenta en el propio sector privado. Las ISAPRES no atienden a las personas más vulnerables porque no les resulta rentable. Por ser precisamente un negocio no aceptan a ancianos, embarazadas y a las personas que tienen enfermedades catastróficas.

El Plan Auge (4) fruto de una necesaria pero parcial reforma que buscaba ampliar la cobertura y el acceso a la salud durante el gobierno del Presidente Lagos, encontró tantas dificultades para su tramitación legislativa, resultando al final muy limitado el propósito de alcanzar una mayor solidaridad. En efecto, no se pudo lograr el objetivo que las personas de mayores recursos aportaran para el financiamiento de dicho plan.

Vulnerabilidad de los trabajadores y debilitamiento de sus organizaciones.

La lucha por mejorar la distribución del ingreso requiere de un movimiento sindical poderoso, altamente organizado y con capacidad de negociación colectiva. Lamentablemente el balance es que ha sucedido lo contrario durante los gobiernos de la Concertación, ya que los trabajadores sin contrato aumentaron progresivamente desde el 18% en 1990 al 25% en la actualidad. La disminución de la tasa de sindicalización en más de 5 puntos en el mismo período y la reducción del porcentaje de trabajadores que pueden negociar colectivamente en 6 puntos, es posible explicarse la debilidad en que se encuentran el movimiento de los trabajadores chilenos.

Los trabajadores se han visto afectados por una política empresarial que utiliza el subterfugio de hacer difusa la figura del empleador, utilizando numerosas razones sociales para eludir el pago de gratificaciones y cotizaciones previsionales. Junto a ello está el uso abusivo de la subcontratación –el denominado outsourcing– que en vez de utilizarse para funciones distintas a las normales (seguridad, aseo, etc.) se aplica en el giro oficial de la empresa. Con esta triquiñuela pueden coexistir en la empresa trabajadores que realizan las mismas labores, pero que pertenecen a una o varias empresas subcontratistas, lo que impide la sindicalización y la negociación colectiva. Gracias a estos mecanismos se establece una sucesión de contratos precarios de duración limitada, en los que, artificialmente, se les fija un término vinculado con un proceso productivo o una actividad que no corresponde con la realidad. Luego, vuelven a ser contratados, previo finiquito, completando un período de años sin estabilidad laboral. Con estos procedimientos y otros similares se ha acrecentado el trabajo precario en el país.

Las arbitrariedades patronales han sido y son controladas en una medida extraordinariamente limitada por el escaso número de inspectores del trabajo frente a una elevada suma de violaciones del Código del Trabajo.

Durante el gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet se registraron algunos avances parciales en relación a los anteriores gobiernos de la coalición.

La ley de Subcontratación, la igualación del salario de las trabajadoras del hogar en relación al salario mínimo del conjunto de los trabajadores, así como el feriado para las trabajadoras del hogar constituyeron avances positivos.

Sin embargo, nuevamente se soslayó el compromiso contraído con el pueblo chileno en relación a una reforma laboral profunda. Esta vez, el argumento para no enfrentar el impulso de una transformación necesaria fue la crisis internacional del capitalismo estallada en el 2008.

Previsión y desigualdad

Las Administradoras de Fondos Previsionales (AFP) nacieron bajo el discurso de la derecha y la tecnocracia liberal de que responderían a la crisis del sistema público y que, sobre la base de aportes individuales de los cotizantes, darían plena satisfacción a los jubilados de nuestro país. No ha sido así. En realidad, las AFP generaron jugosas y millonarias ganancias a sus dueños, construyendo lujosos edificios y pagando altos sueldos a sus ejecutivos. Esto ha sido posible gracias a la alta tasa de rentabilidad media anual de las AFP, que fue en el período 1997-2003 de 30%, más del doble que resto de las actividades económicas. Entretanto, la rentabilidad en favor de los cotizantes del sistema en el mismo período apenas supera el 6%, con cobros por administración cercanos al 20%.

Durante el gobierno de la Presidenta Bachelet se impulsó y se aprobó una reforma Previsional. Aquella reforma no buscó modificar estructuralmente el sistema de las AFP, sino más bien y coherente con la orientación de Estado subsidiario, estableció un llamado pilar solidario mediante un fondo en que el Estado cubre el total o un porcentaje de las pensiones de los jubilados que se encuentran bajo la línea de la pobreza.

Apertura internacional indiscriminada

Los tratados de libre comercio constituyeron para la Concertación gobernante un eje central y distintivo de su estrategia de desregulación y apertura indiscriminada. La apertura negociada con los países industrializados unida a una apertura unilateral muy radical ha profundizado e incrementará aún más, las desigualdades, por no aplicarse los resguardos correspondientes. En efecto, al no existir una política deliberada para avanzar a favor de la producción de bienes y servicios procesados las fuerzas de las ventajas comparativas reforzaran el patrón de especialización tradicional que caracteriza la estructura económica de Chile. Por tanto, sin un replanteamiento estratégico a nivel productivo, la inserción internacional por la que ha optado Chile ampliará su condición de exportador de recursos naturales y ha inhibido severamente la posibilidad de generar mayor actividad productiva en sectores de mayor valor agregado nacional. Ello limitará el crecimiento y la creación de empleo.

La apertura indiscriminada fue desarrollada con total ausencia de instrumentos de protección compensatorios frente a la baja de aranceles golpeando a sectores que no tenían y aún no cuentan con una adecuada capacidad competitiva, y sin atender debidamente la fragilidad de los pequeños empresarios manufactureros, colocando a los productores locales en situación de desprotección frente a exportadores mundiales.

Sistema Binominal y exclusión política para asegurar la reproductividad del modelo.


La exclusión política del Partido Comunista y de sectores anti sistémicos sociales y de otros sectores de izquierda socialista, fue materializada electoralmente por el sistema binominal impuesto y reproducida como sentido común mayoritario gracias a un férreo control conservador de los principales medios de comunicación.

Toda crítica o propuesta que apuntara a la transformación estructural del sistema imperante era invisibilizada o descalificada como una actitud o conducta política testimonial, marginal o irresponsable.

El sistema electoral binominal como mecanismo reproductor/garante de la Constitución neoliberal impuesta en los ochenta por la dictadura de Pinochet prevaleció en el Chile de la post dictadura. Impidiendo -como señala acertadamente el sociólogo peruano Nicolás Lynch al referirse a los procesos de transición en AL-que se cumpliera mínimamente la promesa de cualquier democracia representativa; esto es, que los sacrificios de la mayoría en los ámbitos de la economía y la sociedad sean recompensados por la igualdad en la política, lo que otorga al menos la esperanza de mejorar la situación de la sociedad en el futuro. En coherencia con lo anterior y pesar de algunas reformas importantes y positivas materializadas por los gobiernos de la Concertación, el dominio absoluto del mercado, permitido y reproducido por el Estado neoliberal, impidió la consolidación de la democracia chilena.

La Constitución de 1980 permitía la designación corporativa de un quinto de los senadores sin elección ciudadana; establecía un Consejo de Seguridad con facultades de decisión frente a eventos que se estimasen de peligro para el país; y, le impedía al Presidente reemplazar a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas. Estas disposiciones constitucionales fueron recién eliminadas por el Parlamento en julio del 2005. Sin embargo, las reformas no incluyeron la abolición del sistema electoral binominal, que es la base de la desigualdad política y de la desafección ciudadana.

En efecto, el sistema electoral binominal cierra totalmente las puertas a la representación parlamentaria de la tercera fuerza y le entrega a la segunda fuerza un grado de representación que no le corresponde. Consecuentemente, dicho sistema tiene alta responsabilidad en la masiva ausencia del ejercicio ciudadano democrático, al convertir a las elecciones parlamentarias en un acto cuyos resultados están en gran medida predeterminados. Este hecho hace que las elecciones se decidan en los locales partidarios ya que en un alto porcentaje el diputado o senador elegido por alguno de los dos bloques políticos tendrá asegurada su silla en el Congreso.

La derecha se ha aferrado al sistema electoral binominal para asegurarse una representación parlamentaria que sería sustancialmente más baja en un sistema proporcional(). Con ello ha establecido un veto parlamentario en su favor, que hace imposible impulsar los cambios que la sociedad demanda por mayor equidad y participación real. Pero, por otra parte, la Concertación tampoco hizo esfuerzos sistemáticos y reales por modificar el sistema electoral, ya que ello permite a los dirigentes tradicionales de sus partidos asegurar cuotas de poder e impedir el acceso de camadas jóvenes a las instancias de representación ciudadana y de dirección en el bloque de gobierno.

Socialismo, progresismo y crisis de representación

Durante los 20 años de Concertación el Partido Socialista de Allende abandonó su alianza histórica con el Partido Comunista y otras fuerzas de izquierda, reemplazándola por una alianza con la Democracia Cristiana, alianza autodenominada progresista que se constituyó sobre el abandono de la organización movilización social y ciudadana bajo una hegemonía ideológica y sobre todo programática de centro derecha tecnocrática construida sobre una amplia y singular transversalidad.

La crisis de representación generada por el binominal y 20 años de una democracia de baja intensidad oligarquizada, fue mutando el propio ADN histórico del PS, transformándose en un partido oficialista, superestructural y parlamentario, constituido mayoritariamente por funcionarios de gobierno. Su historia tiene poco que ver hoy con su orientación social liberal, administrada durante largos años por un reducido y autoritario grupo de ex izquierdistas de pasado ortodoxo aliados con liberales de pasado social demócrata.

El PS fue desangrándose políticamente por la izquierda y socialmente desde el mundo popular debido al alejamiento de miles de adherentes, militantes y dirigentes.

La expresión más cualitativa de su crisis culminó con el retiro de Jorge Arrate del PS (5), el que fuera su Presidente luego del proceso de reunificación socialista. Con mucha antelación Arrate había propuesto la necesidad de superar la Concertación y unir fuerzas en un nuevo Pacto democrático y popular para transformar el modelo de desarrollo neoliberal dominante de la post dictadura. En ese contexto, se sitúa su propuesta de una Asamblea Constituyente para una nueva constitución.

Durante las pasadas elecciones presidenciales el Partido Socialista apoyando al democratacristiano Eduardo Frei, profundizó su crisis programática, de representación e identidad al ser debilitado desde la izquierda por el ex Presidente del Partido Socialista Jorge Arrate, candidato presidencial de una renovada coalición de izquierda. Al mismo tiempo, se debilitó también su ala liberal debido a la candidatura del ex diputado Marco Enríquez Ominami proveniente también de sus filas. Arrate re domicilió políticamente al socialismo en la izquierda y Enríquez Ominami, autodefinido como “liberal progresista” capturó transversalmente parte del descontento generado al interior de la coalición.

Como candidato presidencial Arrate, encabezó junto a los socialistas allendistas y otros sectores de izquierda una alianza con el Partido Comunista y la Izquierda Cristiana, reinstalando nacionalmente un programa de futuro para la izquierda organizada en el Juntos Podemos y Frente Amplio (6).

A pesar de haber establecido por mutua necesidad un pacto instrumental electoral con la izquierda agrupada en el Juntos Podemos y el Frente Amplio, para perforar el sistema binominal, la Concertación sufrió una severa derrota electoral en primera vuelta.

Elecciones presidenciales: Frei reconoce temas de fondo pendientes luego de 20 años de gobiernos concertacionistas.

Luego de los resultados desfavorables en la primera vuelta para el candidato de la coalición gobernante, Eduardo Frei, la Concertación fue Incapaz de leer las señales del electorado y sus tendencias de fondo. Es decir, fue incapaz de romper el círculo oligárquico y de auto reproducción elitista que llevó a la coalición a su máximo deterioro, producto de una asimilación tecnocrática y sesgada en su práctica política y gestión de gobierno. Sin embargo, para enfrentar a la derecha la izquierda llamó a votar y trabajó activamente en segunda vuelta por el candidato Eduardo Frei.

Del diálogo y el intercambio de contenidos programáticos básicos entre los representantes de las candidaturas de Arrate y Frei, surgió la Carta “12 Compromisos por la Democratización y el avance Social de Chile” que dirigiera la candidatura de Eduardo Frei Ruiz-Tagle al ex candidato presidencial y a los partidos y movimientos de la izquierda chilena. Aquellos compromisos programáticos asumidos por el candidato de la Concertación permitieron a la izquierda convocar a sus electores a votar por Frei en segunda vuelta.

Probablemente, toda nuestra afirmación central respecto de la cohabitación binominal de la Concertación con la derecha en el marco de un sistema neoliberal durante sus años de gobierno, se resume en la primera propuesta contenida en la carta de Frei a la izquierda en la constatación de la necesidad de una Nueva Constitución política del Estado. Propuesta que recoge un tema central no abordado ni resuelto, luego de 20 años de gobierno, de una coalición autocalificada como progresista, al señalar que;

“Constatamos que las fuerzas de centro e izquierda, han planteado la necesidad de una nueva Constitución para Chile. Unos han propuesto que esto se haga mediante la convocatoria a una Asamblea Constituyente, otros por mecanismos ratificados por la soberanía popular y otros mediante un proceso de diálogo social. Sin embargo, nos parece pertinente declarar que lo central es que aspiramos a que la nueva constitución tenga los siguientes contenidos: garantías sobre la proporcionalidad del sistema electoral que terminen con la exclusión generada por el sistema binominal; garantías sobre el derecho a voto de las chilenas y chilenos en el exterior; posibilidad de los dirigentes sindicales de ser candidatos al parlamento; reformas al Tribunal Constitucional para evitar que este ejerza un carácter co-legislador indebido; mayores facultades de iniciativa parlamentaria de ley; límites al concepto de Estado subsidiario para que no sea una barrera a la política de desarrollo productivo; restablecimiento del derecho del sector público sobre la constitución de empresas en áreas estratégicas para el desarrollo nacional; reconocimiento del carácter plurinacional y multicultural del Estado de Chile”.

En coherencia con una cohabitación binominal, luego de sostener que con su integración a la OCDE Chile ingresaba a las ligas mayores, la ex Presidenta Michelle Bachelet, tuvo que entregar la piocha del mando del libertador Bernardo O’Higgins a Sebastián Piñera, un empresario multimillonario, representante de la nueva derecha chilena. La alta popularidad de Bachelet no pudo ser transferida al candidato presidencial de su coalición ni tampoco a su propio partido en crisis de identidad. En el Chile actual de pensamiento único y de hegemonía conservadora, una popularidad mediática y transversal no debe ser confundida con un liderazgo transformador.

Luego de la derrota, sigue soslayándose el análisis de sus causas más profundas. Pareciera que para la coalición y sus partidos la derrota tuvo que ver con la falta de sintonía respecto de su candidato. Ella hubiese tenido que ver también con errores en sus procedimientos y métodos, más que con el no cumplimiento de sus compromisos de transformación de la sociedad chilena respondiendo a los anhelos del pueblo chileno.

Los social demócratas y social liberales acostumbran a formular propuestas y tener discursos "izquierdistas" cuando se encuentran en la oposición, pero cuando forman parte del ejecutivo, gobiernan asumiendo y administrando el programa económico de la derecha. Tal como ocurrió con la mayor parte de los dirigentes que por 20 años han dominado y administrado la política del PS y el PPD en los gobiernos de la Concertación.

Hoy se hace necesario reconstruir puentes para forjar una oposición anti derecha amplia y unitaria, pero resulta indispensable también que en el seno de una oposición actuando unida se reconfigure y constituya una izquierda fuerte para fortalecer en lo social, político y cultural una oposición anti sistémica y anti modelo pues enfrentar las desigualdades en Chile se ha convertido en un desafío ético, económico, político y cultural de la mayor importancia. Lo anterior, incluye modificar estructuralmente el rumbo de lo que la actual dirigencia del socialismo y sectores autodenominados progresistas califican como la "obra maciza de los gobiernos de la Concertación". De lo contrario más allá de la retórica que se formule desde una nueva y heterogénea oposición seguiremos con la cohabitación binominal, que ha reproducido durante los últimos 20 años el actual modelo de desarrollo y su institucionalidad.

Esteban Silva Cuadra

Sociólogo, Director de Relaciones Internacionales del Instituto Latinoamericano de Altos Estudios Sociales (ILAES).
Ex Director Ejecutivo Nacional de la Campaña Presidencial de Jorge Arrate.
Coordinador Nacional de los Socialistas Allendistas de Chile.

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NOTAS

(*) Presentado en el Seminario La Izquierda en el Gobierno II - 28 y 29 de Junio Bruselas, organizado por la Fundación Rosa de Luxemburgo

(1) Concertación de Partidos por la Democracia.

Constituida en enero de 1988 como una concertación de partidos políticos para enfrentar el Plebiscito convocado por la dictadura y perseguir la democratización de Chile.

En sus orígenes no se planteaba explícitamente como una alianza de gobierno, sino que se asumía como una concertación política en torno a la opción electoral del No en el plebiscito.

La Democracia Cristiana (PDC) y sectores social demócratas y socialistas moderados establecieron como condición para la confluencia la exclusión del Partido Comunista (PC) y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), ambos partidos integrantes a la época de la Izquierda Unida (IU), conglomerado en el cual participaban junto a otros partidos que luego fueron suscriptores del documento que dio origen a la Concertación como el Partido Socialista (PS) dirigido por Clodomiro Almeyda, la Izquierda Cristiana (IC), el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) y el Partido Radical Socialista Democrático (PRSD).

Suscribieron el texto de la Concertación de Partidos por la Democracia, los diferentes Partidos Socialistas en que se encontraba dividido el socialismo chileno desde 1978, los que posteriormente se unificaron en diciembre de 1989 en un Congreso de Unidad Socialista.

Los dos grandes sectores socialistas en que se encontraba dividido el socialismo chileno eran el PS dirigido por el ex canciller de Allende, Clodomiro Almeyda y el PS dirigido por el ex Ministro de Minería de Salvador Allende, Jorge Arrate.

Junto a ellos estuvieron otras organizaciones provenientes también del socialismo fragmentado como el Partido Socialista Histórico (PSH) liderado por Carlos Moya y un pequeño sector presidido por Manuel Mandujano.

Otras organizaciones adherentes que luego se fusionaron con otros partidos o desaparecieron fueron el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) junto a otro sector que se separó del primero durante el gobierno de la Unidad Popular llamado Movimiento de Acción Popular Unitaria Obrero y Campesino (MAPU OC).

También estuvieron representados los partidos de vertiente social demócrata como el Partido Radical (PR) el Partido Radical Socialista Democrático (PRSD) y el Partido Social Demócrata (SD), organizaciones que posteriormente constituyeron el Partido Radical Socialista Democrático (PRSD).

Otro fundador e impulsor de la coalición fue el Partido por la Democracia (PPD) constituido a la época como un partido instrumental para enfrentar en su propia legalidad el plebiscito pinochetista. El PPD tuvo su origen en sectores socialdemócratas y socialistas moderados liderados por el ex presidente Ricardo Lagos junto a algunos dirigentes que habían abandonado el Partido Comunista en conjunto con un pequeño pero significativo sector liberal de centro derecha democrática organizado en torno al Partido Republicano, movimiento liderado por el ex parlamentario Armando Jaramillo.

El Partido Demócrata Cristiano (PDC) se erigió en fuerza eje de la Concertación desde sus inicios.

Finalmente, el Partido Izquierda Cristiana (IC) estuvo también en el origen de la coalición y la abandonó en los primeros años del gobierno de transición, planteando su desacuerdo ante la moderación y la reducción de los objetivos democratizadores por parte de la coalición en el ámbito económico, social e institucional. La misma situación se produjo con el Partido Humanista (PH) organización que se encontraba en formación en 1988 y que también participó en el conglomerado asumiendo cargos y responsabilidades ejecutivas en el gobierno del Presidente Aylwin.

(2) Presidentes de Chile pertenecientes a la Concertación de Partidos por la Democracia.

Patricio Aylwin Azocar ( DC) 1990-1994

Eduardo Frei Ruiz ­Tagle (DC) 1994­ -2000

Ricardo Lagos Escobar (PPD -PS) 2000-2006

Michelle Bachelet Jeria (PS) 2006-2010

(3) ¿Cree que los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet han sido socialistas?

“Una vez dije en privado que el gobierno de Lagos ha sido el mejor gobierno del último siglo, pero de derecha....(risas). En realidad es una exageración: ha sido el mejor gobierno de centroderecha del último siglo”.

Entrevista a Carlos Altamirano Orrego, Por Cristian Bofill y Sara Valdés. Diario La Tercera - 05.08.2007



(4) Acceso Universal con Garantías Explícitas en Salud (AUGE), establecido por ley tanto para los beneficiarios del Fondo Nacional de Salud (FONASA) como de las Isapre. La ley entró en vigencia durante el gobierno del Presidente Lagos en julio del 2005. El AUGE como sistema que busca la integralidad en el acceso de salud contempla 40 enfermedades garantizadas, las cuales son las de mayor impacto en la salud y presupuesto familiar para la población.



(5) Jorge Arrate, socialista, economista, abogado y escritor, fue un cercano asesor del Presidente Salvador Allende, quién le encargo la tarea de nacionalizar el cobre y de la negociación posterior con las grandes transnacionales. Se desempeño también como Ministro de Minería. A su regreso de un largo exilio lideraba uno de los partidos en que se encontraba divido el socialismo chileno. En la reunificación del Partido Socialista de Chile asumió la Secretaría General y luego la Presidencia. Durante los primeros gobiernos concertacionistas se desempeñó como Ministro de Educación y luego como Ministro del Trabajo.

Siendo Ministro Secretario de Gobierno del Presidente Frei, tuvo desacuerdos con la política del ejecutivo con respecto a la detención y solicitud de extradición del dictador Pinochet en Londres y presentó su renuncia. Luego asumiría durante el mandato de Lagos como embajador de Chile en Argentina. Junto a los socialistas allendistas propuso al interior del PS la necesidad de superar la Concertación por una alianza social y política transformadora, incorporando al conjunto de fuerzas sociales y de la izquierda, en particular, al Partido Comunista en un nuevo Pacto Democrático Popular en torno a un programa de transformación económico social, y al cambio de constitución y de sistema electoral. Finalmente, abandonó el PS, decisión que también materializaron a nivel nacional un numeroso sector de dirigentes partidarios, militantes, dirigentes sociales y juveniles del socialismo quienes constituyeron el socialismo allendista y lo proclamaron precandidato presidencial postulando redomiciliar el socialismo chileno en un Frente Amplio de izquierda.

Arrate se convirtió en abril del 2009 en el candidato presidencial de la izquierda chilena al imponerse democráticamente en las urnas por una amplia mayoría ante Tomas Hirsch del Partido Humanista (PH). En su elección participó un cuerpo elector constituido por alrededor de 2.200 representantes y delegados previamente electos en Asambleas de la izquierda desarrolladas en la mayor parte de las comunas del país.

En la Asamblea se procedió previamente a discutir y aprobar el programa presidencial elaborado mediante un proceso de participación social y política a nivel nacional, el que pese a sus limitaciones o restricciones por la carencia de medios y de difusión, constituyó un importante avance. Proceso que se desarrolló en la sede central de la ex Universidad Técnica del Estado y con un multitudinario acto en el histórico teatro Caupolicán con la proclamación de Jorge Arrate.

(6) El programa y la candidatura presidencial de Arrate fue constituida por el Juntos Podemos Más (JPM) y el Frente Amplio (FA):

Juntos Podemos Más (JPM)

Alianza constituida por los Partidos Comunista e Izquierda Cristiana .

Frente Amplio (FA)

Conformada por los Socialistas Allendistas, fuerza política principal constituida nacionalmente a partir de un numeroso contingente de dirigentes y militantes que abandonaron el PS los que confluyeron con otros sectores de izquierda alternativos que se identifican con el Allendismo y el socialismo del siglo XXI. Acción Socialista Allendista, PAIZ, Comité de Independientes de Izquierda Con Arrate (CINDA) constituido en su mayoría por ex dirigentes y militantes del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Movimiento democrático conformado por ex comunistas, Movimiento Nueva izquierda junto a dirigentes sindicales, estudiantiles y sociales de base independientes,así como de militantes y adherentes provenientes de movimientos que dejaron de tener presencia activa y organizada como la ZURDA o la G80.

El Partido Humanista (PH) luego de que su candidato Tomas Hirsch fuera derrotado democráticamente por Arrate en la Asamblea de la izquierda y luego de participar activamente en las negociaciones del JPM con la Concertación para explorar un pacto instrumental en contra de la exclusión generada por el binominal, se retiró abrupta y sorpresivamente tanto del JPM como de la dirección de la campaña presidencial de Jorge Arrate para respaldar la candidatura presidencial del ex diputado Marco Enríquez Ominami.

sábado, 10 de julio de 2010

Jorge Arrate "El Sistema Transformó el Tener Esperanza en una Ridiculez"


www.mediapinta.cl.- El ex candidato presidencial analiza los primeros 3 meses del gobierno de Sebastián Piñera, la ruta de la Concertación hacia su debacle, su rol opositor, y el proceso que debe seguir la Izquierda para aumentar su arraigo social y electoral.

Candidato en las pasadas elecciones presidenciales en representación del pacto Juntos Podemos, Jorge Arrate, ex ministro de Allende, Aylwin y Frei Ruiz Tagle, ex embajador en Argentina, fue la expresión de la disidencia de los forjadores de la Concertación y pudo expresar de manera absolutamente libre sus postulados.

En amena y extensa conversación con Mediapinta.cl, con igual libertad y alejado del contubernio partidista, Arrate revisa la coyuntura nacional, el desarrollo del primer gobierno democrático de derecha en 50 años, la labor de la Concertación en la otra vereda, y las causas que él percibe para la pérdida de poder del conglomerado.

La Derecha en el Gobierno.

Los primeros tres meses del gobierno de Piñera y sus contingencias. Sus síntomas doctrinarios evidenciados en el discurso del 21 de mayo. Por qué la derecha y la Concertación no son la misma cosa son algunos de los tópicos con los que iniciamos la conversación con Jorge Arrate.

¿Cuál es su evaluación de estos primeros meses del gobierno de Piñera?

Pienso que es un periodo corto para evaluarlo. Pero no creo que lo que haya ocurrido en estos tres meses, y lo que ocurra a futuro, vaya a cambiar mi opinión de este gobierno. Yo tengo confianza en que Piñera va a cumplir con su programa. Tengo respeto por su palabra. Su programa es malo para Chile, y por lo tanto el gobierno es malo.

¿Qué opina de la labor de la oposición, hablando en general?

Cada gobierno tiene la oposición que se merece, y un mal gobierno tiene una mala oposición (risas). Bromas aparte, creo que la Concertación no logra armarse como oposición, entre otras razones porque Piñera, en su mensaje del 21 de mayo, tomó espacios históricos de la Concertación. El tema de la protección social, por ejemplo, era un emblema de la Concertación. Piñera hizo el gesto de anunciar la supresión del 7% a los pensionados, aunque sea a ocho años plazo; subió pensiones, está donando casas a los damnificados, de modo que copó esos espacios y también puso sus temas, como son la venta de los activos prescindibles, o el caso de las acciones de las sanitarias. Lo hace de manera cuidadosa, pues está actuando con mucha habilidad en el sentido de no dar zarpazos. Ahora el gobierno ha planteado estudiar la definición de empresa, que es una cuestión clave en las relaciones laborales porque es lo que impide la multiplicidad de RUT de las empresas.

A mi juicio, este gobierno hace más evidente la vergonzante debilidad de la Concertación, su vergonzosa timidez; terminó acostumbrándose en una especie de reflejo, autocontrolándose para nunca plantear algo que fuera a perturbar demasiado a la derecha.
A su juicio, ¿estos gestos se pueden considerar como un saludo a la bandera, o como acciones a seguir del gobierno en estos cuatro años?

Yo pienso que su estrategia seguirá lo que ha estado planteando, sumado a otros puntos. En algún momento determinado tendrá que jugársela por su programa. Por ejemplo el proyecto Hidroaysén, o el tema de la energía nuclear, o Codelco. Por algo ha nombrado como presidente de la empresa a una persona de gran experiencia técnica, la que ha obtenido como ejecutivo de las más grandes productoras transnacionales de cobre.

Pero yo no creo que Piñera vaya a representar un retroceso en materia social, entre otras razones porque no estamos demasiado avanzados en esa materia. Tenemos una legislación laboral que deja mucho que desear, un seguro de desempleo que es mínimo, un sistema de pensiones que es bajísimo. Lo que hacen es positivo, desde luego, y sin duda fue positivo lo que hizo Michelle Bachelet en el sentido de no permitir que las desigualdades alcancen niveles atroces.

Si hay una palabra que no está en el mensaje de Piñera del 21 de mayo es “desigualdad”, porque a la derecha no le interesa la desigualdad. Lo que le importa en términos sociales es que haya una red, un piso; que cuando alguien esté cayendo la red lo contenga para que no se estrelle. Esa red son los mínimos sociales. El ingreso mínimo familiar, que es de $ 250.000 para hogares de cinco personas en donde se suma todo lo que perciben, incluyendo las ayudas, los subsidios y bonos. O sea, son pocas las gentes en las cuales el Estado va a tener que poner algo adicional.

El Ministerio del Trabajo es el que más luces ha dado de sus proyectos. Está la modificación de las indemnizaciones, por ejemplo.

Yo creo que eso va ser muy difícil de hacer por parte de la derecha, ya que apoyar la supresión de las indemnizaciones tiene un costo muy alto para ellos y para algunos sectores de la Concertación. Van a tratar de buscar una fórmula para no dañar a quienes ya las tienen, y luego poder aplicarles el nuevo sistema a quienes recién se incorporan al mercado del trabajo.

Dentro de ese zigzagueo, o manejo estratégico que usted planteaba, puede inferirse que surgirán elementos doctrinarios propios de la derecha en materia de seguridad, o incluso a propósito de la reconstrucción nacional. ¿Ya se ve la aparición de una doctrina de este tipo?

Yo creo que es así, pero es algo que ya estaba señalado en su programa. No es una sorpresa lo que nos está planteando Piñera. Recuerden ustedes lo de la puerta giratoria, o los elogios a Carabineros del discurso del 21 de mayo, lo que es un gesto, particularmente cuando señala que es un delito muy grave el ofender a Carabineros. Esto ya lo representaban sus carteles de “Se acabó la fiesta”, o “Mano dura a los delincuentes”, porque la idea que existe al respecto es que la gente es mala; se piensa del fenómeno de la delincuencia que es un comportamiento patológico, cuando en realidad no lo es, como lo señaló ese gran analista social y político que se llama Marcelo Bielsa, cuando dijo: “Yo también me habría robado un televisor”.

En el discurso de 21 de mayo, al hablar de las políticas de seguridad, el presidente Piñera recalcó la eficiencia de la fuerza policial en las conmemoraciones del Día del Joven Combatiente y del 1º de Mayo. ¿Ese es un llamado de alerta a los movimientos sociales, para que se manifiesten?

Ellos siempre han tratado de imponer las reglas. Por ejemplo, que los bancos del parque o las ampolletas que se destruyen deban ser pagados por quien organiza la manifestación. Siempre han estado por responsabilizar al que convoca de lo que ocurre; incluso querían procesarlos penalmente si se producía alguna manifestación. Esto es parte de la doctrina y de la visión derechista; creo que eso es absolutamente esperable y representa una de las diferencias entre la derecha y la Concertación. A propósito de lo cual, pienso que es una simplificación extrema, una caricatura, cuando se dice que la derecha y la Concertación son lo mismo. Yo creo que son parecidos: los dos gestionan un sistema de libre mercado bastante extremo que no ponen en cuestión; los dos se han acomodado a él, uno con mucho gusto y el otro con más disgusto -pero un disgusto decreciente-; sino veamos el sistema binominal. Pero de todas formas son distintos. La Concertación, mal que mal, ha sido en Chile, durante 20 años, la que levantó junto con la izquierda una cierta defensa de los derechos de las personas. Y eso es valioso, sin duda.

Nuevos Tiempos Políticos.

Las posibilidades abiertas de reconfigurar el actual mapa político en Chile. El futuro de la Concertación, el potencial de la izquierda y la radical independencia del entrevistado.

Considerando que Piñera tiene que gobernar con la UDI, un partido con el cual, al parecer, no tiene una gran afinidad ideológica ni doctrinaria, ¿cuál es el factor político que usted le da a la DC durante el actual período presidencial?

Yo creo que hay distintos escenarios, uno de los cuales fue preanunciado por el senador Andrés Zaldívar entre la primera y la segunda vuelta. En realidad ninguna de estas cosas debiera sorprendernos, si realmente las hubiéramos pensado. Cuando durante la campaña dijimos que el triunfo de Piñera significaba el poder casi total para la derecha, ¡eso significaba! Ahora estamos viendo que es así.

Efectivamente, la concepción que lo inspira es la espina dorsal de la reconstrucción: el empresario como protagonista y el lucro como motivación principal; las instituciones públicas como las municipalidades, en un rol muy bajo; la organización de la gente en otro aún menor. Eso es así, pero no debe sorprendernos pues son cosas que ya están dichas. Volviendo a lo anterior, entre la primera y la segunda vuelta el senador Andrés Zaldívar señaló que él no veía viable que militantes democratacristianos trabajaran como funcionarios del gobierno de Piñera, al menos al comienzo. Eso está en una entrevista en CNN Chile.

Entonces, un escenario abierto da la posibilidad de que progresivamente se produzca un desplazamiento de fuerzas que tienda a configurar un centro-derecha real, y no lo que hoy conocemos como centro-derecha, que es simplemente derecha. Y que se busque dejar en un extremo a la UDI y en el otro a la izquierda, volviendo a los tres tercios tradicionales -el más grande de los cuales sería el centro. El otro escenario es que la Concertación sea capaz de mantenerse, y yo creo que no es algo que se pueda descartar, a pesar de que la Concertación, como esencia, ya no existe. Sólo sobrevive como forma, que es una forma importante porque se sostiene y a su vez sustenta la idea de volver al poder. Lo único que une a la Concertación es esta ansia de volver al gobierno. Eso es lo que la mantiene viva. Si no existiera esa posibilidad, no estaría unida. Por eso digo que su esencia -un proyecto-, ya no existe; lo que uno tiene que mirar es qué pasa con cada uno de los componentes.

Da la impresión de que la Concertación paso de un proyecto de país a un producto de marketing.

La Concertación se formó con un objetivo preciso: convertir a Chile en una democracia plena, con sus limitaciones y fortalezas. Ese proyecto nunca culminó, porque Chile no es hasta hoy una democracia como se debe, pero el proyecto significó para los socialistas las necesidades de aceptar las condiciones que ponía la Democracia Cristiana, lo que motivó la bifurcación de la izquierda. Más allá de la discusión de la renovación Socialista, o de la Unión Soviética -debates interesantes en su tiempo, que cruzaban el movimiento comunista internacional-, nunca nadie estuvo por excluir al PC. Yo no recuerdo a un socialista feliz con el hecho de que no estuvieran los comunistas, ni el resto de la izquierda. ¿Qué paso con la Concertación entonces? Que la exclusión de un sector de la izquierda se fue convirtiendo en un elemento permanente del conglomerado, casi de su esencia.

Ignacio Walker, candidato a la presidencia de la DC, planteó que no es partidario de abrir la Concertación a la izquierda. Ante eso, yo pregunto a quién se le ha ocurrido pensar que la izquierda quiere ser parte de la Concertación. ¿Para qué discuten tonteras, si la izquierda no quiere ser parte? Otra cosa es que la izquierda quiera participar en entendimientos, en acuerdos que permitan parar a la derecha, derrotarla. Pero decirle a la izquierda que ingrese a la Concertación es un deschavete.

Existe una interpretación que dice que el permanente intento de la DC de frenar cualquier tipo de apertura hacia la izquierda es una manera de evitar una fuga.

Hay algo razonable en eso. Un segmento de votación democratacristiana que fue educada en una visión anticomunista. Y la DC no quiere renunciar a ese espacio, ni cedérselo a la derecha. Hay que definir las coaliciones y las alianzas según cada circunstancia. Yo no sé por qué se les ha metido en la cabeza que el pacto tiene que seguir para siempre. Si uno dice que la Concertación tiene que terminarse, es como una herejía. ¿Por qué va a tener que seguir para siempre, si las coaliciones no se hacen de ese modo? Son entes históricos, como el PRI mexicano, o la DC italiana. Las coaliciones terminan, porque responden a ciertas circunstancias y a ciertas necesidades. Hoy por hoy debemos repensar el esquema de coaliciones, y yo estoy por reconstruir una izquierda que irrumpa con fuerza en la sociedad chilena. No estoy con alucinaciones, pero una izquierda que electoralmente represente a un diez o a un quince por ciento del país. Una izquierda que incida, que influya.

Una izquierda a la que se le sienta la mano.

Eso, exactamente.

A propósito de lo cual, la pasada campaña presidencial dejó en evidencia que la izquierda es una alternativa consistente, en la forma y en el fondo. ¿Cómo se trabaja esa imagen que quedó? ¿En el trabajo de base?

Yo creo que el terremoto nos interrumpió todos los cursos, generando una situación completamente distinta. La política hibernó un tiempo y está recién abriéndose. Pero indudablemente fue una tremenda desgracia, de una magnitud impresionante, y ha llevado tres meses sacársela un poco de la cabeza. A mediados de febrero, yo preparé un documento que se llama “Nuevos Tiempos Políticos”, que es una carta dirigida a mis partidarios en donde figuran mis planteamientos. Durante la campaña, dije que se debe configurar una izquierda más potente que la que tenemos. Más plena, abierta, heterogénea, crítica. Una izquierda que dé cuenta tanto de las realidades de los partidos como también de los movimientos sociales, y que incluso tenga espacios para personas que quieran participar del proceso. No estoy pensando en un pacto de partidos, sino que en una izquierda como se llamaba en la época allendista: el Movimiento Popular.

¿Más un pacto entre personas que entre partidos?

No llego a eso, porque es muy hiriente para los partidos. Pienso que no debemos caer en la división “partidos versus movimientos”, porque son discusiones que provocan confrontaciones internas, y lo que tenemos que hacer es permanecer unidos. Debemos juntarnos alrededor de bases programáticas mínimas, ocho o diez puntos, y que cada uno ejerza la política de la forma que mejor le parezca. A quienes les parezca que deben ser militantes de partidos, habrá que ayudarlos a que estos crezcan; para quienes prefieran permanecer independientes, deberá hacérseles un espacio. Los dirigentes sindicales, o trabajadores culturales, también deberán contar con el suyo. Hay que abrir la cabeza para concebir un movimiento popular que sea mucho más amplio, como un corral en donde conviven animales que no son de la misma especie. Eso es lo que creo que debemos hacer.

¿Eso en algún momento se dejó de lado? Hoy vemos a la UDI metida en las poblaciones. Con sus métodos, pero lo hizo. ¿Es algo que la izquierda dejó de hacer, o bien lo hace y no le funciona?

Yo tengo una impresión al respecto. Todavía no terminamos de dimensionar lo que significó la dictadura, porque el gran logro de ésta fue despojarnos de la esperanza. Cuando uno tiene esperanza conserva un patrimonio político espiritual; es un territorio que es de uno y no del adversario: el territorio de la esperanza. Creo que la dictadura, larga, dura, brutal, obligó a la izquierda a sobrevivir. Y liquidó esa esperanza. A eso se suman la serie de acontecimientos mundiales que transformaron el mundo a partir de la caída del Muro de Berlín, lo que a su vez desmoronó la esperanza socialista. Entonces creo que mucha gente se quedó sin ella y perdió un territorio, comenzando a vivir en un presentismo que es caldo de cultivo del clientelismo, del populismo en el mal sentido de la palabra. El aquí y el ahora.

El sistema transformó el tener esperanza en una ridiculez. Alguien que diga hoy que debemos organizar la sociedad de otra manera, que tenemos que vivir de otra forma, es mirado raro. El sistema logró naturalizar las desigualdades, la discriminación, su funcionamiento. Por lo tanto, si resulta natural, éste es el único sistema. Y hay que sacarle provecho lo más que se pueda.

La dictadura colocó a la UDI en las alcaldías por largos períodos en los cuales construyeron clientelas fuertes, y ese hecho ha sido –y es- muy difícil de revertir. La expectativa que tengo es que seamos capaces de hincarle el diente al fenómeno político más importante de este tiempo, y que nunca se menciona. Siempre estamos discutiendo que si la Concertación, o la Alianza por Chile, pero nadie dice que el 45% de los ciudadanos potenciales no participa, ya sea votando nulo, blanco, o no votando. Eso en las presidenciales, porque el rechazo llegó a un 48% en las parlamentarias. ¡Estamos hablando de la mitad del electorado! Entonces, pensar en quitarle unos votos a los socialistas, a los radicales, a los PPD, son pamplinas. La mitad de la gente con la que uno se cruza por la calle está en esa condición; es ahí donde debemos entrar para tratar de encender una expectativa de cambio; no lo voy a llamar una esperanza, porque puede sonar muy grandilocuente, pero sí una expectativa factible, posible, real. La utopía no nos va. Tenemos que tenerla, pero no nos va. Creo que la reconfiguración de la izquierda debe apuntar a ese segmento.

La prueba más cercana serán las elecciones municipales. ¿Se ha proyectado algún trabajo pensando en ese escenario?

No que yo sepa, todavía. Pero deberíamos pensar ahora dónde, qué comunas se van a preferenciar, comenzar a desarrollar liderazgos. Aunque yo soy un simple ciudadano, sin partido, un socialista independiente. No tengo medios ni organización propia. Yo soy mi secretario, mi digitador, portero, cafetero y telefonista (risas).

Alma Chúcara.

El panorama de la Educación. Las tendencias privatizadoras transversales del actual gobierno y el peligro de no contar con un Estado fuerte. Los autoflagelantes de la Concertación.
¿Cuál es su percepción en materia de educación? ¿Se ve una intención del gobierno, o de la derecha, de implantar un cambio doctrinario en esta área? Y respecto al Ministerio en cuestión, ¿qué porcentaje de crédito le da al discurso que insiste en la eficiencia de la gestión del Estado?

altSobre lo último, pienso que el terremoto y el maremoto demuestran la falta de Estado, y que las cosas dejadas a la libre iniciativa individual no funcionan bien. Los edificios cuyas normas de construcción no se fiscalizan, o los bordes costeros que son ocupados por privados, con grandes edificios, son ejemplo de esto. Lo que está claro es que la llamada iniciativa privada, sin el control y la regulación de un Estado fuerte, es depredadora.

Respecto a lo otro, yo tiendo a pensar que la educación está sobrecargada de responsabilidades. Desde que era ministro de la cartera –sin ser un educador- que tengo esa percepción. El mundo ha ido en una dirección en donde la educación se ha transformado en una especie de chivo expiatorio, ya que otros actores pasan colados. Por ejemplo la familia moderna, con ambos padres trabajando; la tensión de las grandes ciudades; las dobles jornadas de trabajo, sobre todo para un país como el nuestro en donde los salarios son muy bajos y las gentes tienen que trabajar como brutos para lograr un ingreso que les permita vivir mejor. Los sectores de punta del crecimiento de Chile, los que promovieron el boom de la exportación, tienen jornadas de trabajo especiales, como es el caso de la pesca, la agroindustria, la minería de altura, la industria forestal. Les cuento esto porque como ministro del Trabajo me toco promover una ley que garantizara un domingo al mes para el trabajador. Sólo un domingo al mes, figúrense, y aún así nos costó mucho aprobarla. Entonces la relación entre padres e hijos, que es una relación educativa, se debilita en este contexto.

Por otro lado están los medios de comunicación, que como elemento pedagógico son muy fuertes pero que resultan desaprovechados pues sólo se trata de entretención.

Está el trabajo de los partidos políticos, que han renunciado a la pedagogía social. Los partidos dejaron de ser formadores. Lo cual recae en las escuelas, liceos y profesores, que tienen que hacerse cargo de todo esto. Es cierto que por otro lado se le ha descargado de algunas responsabilidades. Formar ciudadanos, por ejemplo. Hoy la educación está dedicada sólo a la formación de trabajadores y consumidores.

Yo en este tema me guío por el programa de Piñera; les reitero: yo creo que él va a tratar de cumplir su palabra. Y ese plan, en materia de educación superior, pone en igualdad de condiciones a las universidades públicas y privadas en cuanto a subsidios, créditos y recursos para la investigación. No hay un tratamiento especial. Piñera es partidario de abrirlo a todos los centros de estudios, y es lo que se ha ido haciendo cuando se arrinconan a las universidades públicas, recortándoles los recursos estatales para obligarlas a ir al mercado y vender sus servicios a las empresas y personas para enseñar a los estudiantes. Entonces el sistema educacional va a estar donde esté el elemento iniciativa privada y lucro, como lo está ahora en todo el segmento de temas que quedan en manos privadas. Pienso que eso se va a intensificar, y será interesante ver cómo las entidades públicas, junto a sus académicos y estudiantes, caven una trinchera para defender el sistema público. Quizás es mucho pedirles que logren avanzar, pero sí evitar que se termine de destruir a la educación.

Se puede prever que esta situación se repetirá en otras instancias, como salud, o infraestructura.

Claro, por la vía de las concesiones, outsourcings, las cárceles, las camas compradas al sistema privado. O los mismos hospitales luego del terremoto. Es un modelo que se pretende implantar a todo.

-Recordando el día de la primera vuelta, cuando los presidentes de partidos de la Concertación fueron abucheados hasta que se bajaron del escenario, resulta un momento muy simbólico. Es como el retiro de toda una generación. Próceres del pacto, como Correa o Núñez, por ejemplo, sufrieron ese repudio. ¿Ha pensado por qué usted no llego a esa situación?

Sí, lo he pensado. Yo siempre fui más chúcaro. Para que volviera al piño tenían que echarme a los perros, y eso se ha dado en todos los hitos de mi vida política. Yo fui minoría en lo que se conoció como la Renovación Socialista, un proceso que a mi juicio despojó al colectivo de su sentido original. Después, en la división del PS, también fui disidente. Y fui minoría dentro de la Concertación casi todo el tiempo en que estuve en el gobierno. No pretendo haber sido perfecto. Como en política no hay caminos rectos, sino atajos, uno no siempre elige la ruta ideal. Pero yo siempre fui insurrecto con el tema de la continuidad de la Concertación y la conformidad con sus gobiernos, esto desde hace mucho tiempo. Es una historia que habrá que escribirla, pero los autoflagelantes y autocomplacientes vienen desde el año 1995, 1996, desde que salió el libro de Tomás Moulian, “Chile: Anatomía de un mito”, que fue cuando emergió esta disputa.

Todos creímos que el cambio de liderazgo de la DC a Lagos, el año 2000, iba a cambiar las cosas. También lo creímos con Michelle Bachelet. Y fue una creencia legitima y que ellos también compartían. El primer período de Lagos fue muy interesante, y para qué decir el de Bachelet, aunque finalmente terminaron entregando la oreja.

Bachelet planteo un gobierno ciudadano. Todos se preguntaban: ¿Qué es un gobierno ciudadano? No se trata de definiciones rigurosas; simplemente se incentiva, se promueve y se le otorgan recursos a las personas para que se organicen, para que formen sociedad. Es un gobierno en donde se apura la iniciativa popular de ley, un gobierno donde se tira para adelante el plebiscito. Ése es el gran mensaje de Bachelet, el plebiscito, un mensaje que también entregó en el Partido Socialista. La Concertación tuvo la gracia de resistir relativamente ese cambio de liderazgo, y de abrir nuevas expectativas: la idea de la mujer, por ejemplo, representando un cambio cultural importante. Ahora bien, no hay un momento particular que marque un distanciamiento o un quiebre mío con eso; hay un momento, sí, en que yo salgo del gobierno, cuando estoy en Argentina, vuelvo a Chile y me voy a la universidad ARCIS. De ahí pasan siete años en los que no tengo ningún tipo de relación con el gobierno, a pesar de no haberme ido de la Concertación. Me gusta escribir. Lo que he pensado está escrito; los errores y aciertos están ahí, imborrables.

Ahora, cuando usted habla de Núñez, o de Correa -Germán, por cierto, el otro para qué decir (risas)-, recuerdo que Allende dijo una vez: “Es re fácil ser izquierdista a los 18 años, pero es difícil seguir siéndolo a la edad mía”. Bueno, yo pienso lo mismo. Por eso no estaba ahí. Yo ejercí la política como una vocación, una pasión. Me creo el cuento. No es que no me haya dedicado; en el exilio me dedique al cien por ciento, tuve la suerte de poder hacerlo, de trabajar contra Pinochet. No es que rechace la profesionalización, pero nunca aspiré a enriquecerme con la política, ni con nada en realidad. En fin. Seguí siendo un chúcaro.

Mirando el Mapa.

La crisis del Euro y la situación griega como posibilidad de cambio en el capitalismo globalizado. El futuro de los mercados especulativos. El mapa regional latinoamericano y la dificultad que representa Checoslovaquia para las proyecciones piñeristas.

Hablemos un poco de Grecia y de la crisis del Euro, porque de algún modo es un tema que se relaciona con la idea de desnaturalizar la desigualdad, la exclusión, entre otros fenómenos ligados al capitalismo de libre mercado. Hay dos interpretaciones radicalmente distintas del caso de Grecia, una de los cuales pronostica la decadencia del sistema de especulación. ¿No le parece que este momento sea una buena oportunidad para plantear otras alternativas?

No he seguido en detalle la crisis de Europa mediterránea (que no sólo atañe a Grecia, sino que se extiende a España, Portugal e Italia). Pero lo primero que debemos observar es que los países nórdicos no se ven afectados por ella. Allí donde hay un Estado fuerte, estos países parecen los más indemnes a los problemas del euro. Eso como primera cuestión. Segundo, yo no creo que esta crisis sea terminal. No sé si es un coletazo de la anterior, o una nueva manifestación, pero si hacemos la lista de las crisis que hemos tenido a lo largo de estos años, resultan tremendas. Se repiten a cada rato. El sistema, sin embargo, ha logrado someterlas. De algún modo las paga.

Pero incluso el mismo Departamento del Tesoro norteamericano, que de algún modo es la panacea del sistema, ha reconocido la necesidad de tener algún tipo de control. Esto apuntaría a que es una forma de operar económicamente la que está en crisis.

Lo que pasa es que eso significa introducir nuevas regulaciones, y en eso es en lo que ha estado trabajando el gobierno de Obama. Pero en este sistema, esas nuevas regulaciones y leyes siempre son objeto de elusiones. Todo el mundo empieza de inmediato a pensar en cómo eludirlas. Está demostrado que ante las leyes tributarias y de regulación financiera, la capacidad de los sistemas para inventar circunvalaciones es tremenda. Entonces son regulaciones que siempre hay que estar poniendo al día. Ante eso, en el caso de Estados Unidos, los bancos se hicieron el gran picnic.

Habrán nuevas regulaciones, nuevas crisis. Pero el punto que más me preocupa a mí es el monetario. La sensación que tengo es que el hecho de que se empiece a discutir si el euro sigue o no, puede ser letal. Porque el dinero vale porque uno cree en él. Si usted me acepta un billete es porque cree que se lo van a aceptar, que va a poder comprar algo con él. La base del funcionamiento de la moneda es la credibilidad, y a mí me llamó mucho la atención el debate respecto a la continuidad del euro o que cada país europeo vuelva a su moneda. Eso sería de alto impacto para Europa –un impacto desigual, naturalmente-, porque se les desarmaría todo el sistema y demostraría que ese continente no logró integrar a las economías más débiles, ya que el modelo económico está basado en la especulación financiera que proviene de los países más potentes, básicamente Alemania y Francia, junto a sus respectivos sistemas bancarios.

La maravilla que nos pintan no es tal. Lagos dijo una vez que el 2010 íbamos a ser desarrollados y que tendríamos el sueldo per capita de Portugal. Ahora Piñera nos dice que vamos a llegar al nivel de Portugal y Checoslovaquia. El único problema es que Checoslovaquia no existe (sonrisas).

Eso sería una pequeña complicación técnica. Habría que reinventar a Checoslovaquia.

Claro. Además no es del sur de Europa, como dijo el Presidente (risas).

Ahora bien, en Latinoamérica estamos viendo un escenario de cambio. Santos en Colombia, Macri en Argentina, Serra en Brasil; gentes que son de derecha y que vendrían a romper cierto equilibrio. ¿Cómo ve usted el panorama regional?

Si, alguien me decía el otro día: “daba la impresión de que la ola venía hacia acá (marca la izquierda), pero en realidad parece que va hacia allá (derecha).” En fin. Yo vengo llegando de Buenos Aires. La impresión de los argentinos con los que hablé es que el Frente por la Victoria se mantiene firme y que la oposición va a estar dividida. Ustedes saben que en Argentina, con el cuarenta por ciento de los votos y un diez por ciento de diferencia con el oponente, no hay segunda vuelta. Por lo que no veo grandes modificaciones ahí. Ahora, en Brasil, habrá que ver. Con José Serra, recuerdo, fuimos compañeros en un postgrado en la Universidad de Chile. Aunque el prestigio de Lula es muy grande, en todo caso. El problema es que lo debe traspasar.

Podría ocurrir el efecto Bachelet…

Claro, puede ser. Y en Colombia algo ha pasado, porque las encuestas daban un empate técnico. El problema, al parecer, reside en que dichas encuestas no se han tomado en los campos, y ahí estaría la razón del alza de Santos por sobre Mockus, a quien superó por más de diez puntos. Lo de Colombia es lamentable: Polo pasó de tener un veinte a un diez por ciento de las preferencias, y obviamente la candidatura de Mockus tuvo influencia en ello, ya que le puso un techo a la de Polo. Es lo mismo que ocurrió aquí con la de Marco Enríquez Ominami (MEO) y la mía. Lo de MEO no tuvo influencia en la derecha, sino que le puso un techo a mi candidatura, y a la izquierda en general.

¿Habría un espacio entre la derecha latinoamericana –Chile, Colombia- y el eje Caracas, Quito y La Paz? ¿Un espacio en el medio, como para las izquierdas más débiles?

Claro.

Mire, aquí lo que se juegan son proyectos a largo plazo. Los gobiernos de cuatro años representan plazos cortos. Lo que hace singular al caso latinoamericano es la perdurabilidad de un conjunto de gobiernos que han planteado una línea de izquierda por un tiempo prolongado, como es el caso de Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Correa en Ecuador, y Evo en Bolivia. Me parece que en la historia de América Latina no se había producido una coyuntura similar, de perdurabilidad de una postura radical. Ese es el hecho más importante. Los otros pueden ir y venir, como es el caso uruguayo: Tabaré se puede pasar a Mujica, por ejemplo; habría que ver qué tan distintos son uno de otro, pero ése es un proceso menos profundo. Creo que lo importante es sostener los procesos pronunciados. Yo no puedo decir si la ALBA puede cautivar ahora a otros países; pero si llega a perdurar, es un proyecto que tiene posibilidades en el largo plazo. Eso es lo nuevo: son gobiernos que abren un surco a partir del cual se puede profundizar.

Color Local.

Reflexiones acerca de una cultura política venida a menos y del futuro de Marco Enríquez Ominami en ese contexto. Las posibilidades de la izquierda en los usos de nuevas tecnologías y medios de comunicación. Los méritos de Marcelo Bielsa.

¿Le ve futuro al fenómeno de Marco Enríquez Ominami? ¿Alguna capacidad de crecimiento?

Vivimos en un país en el que la cultura política está por el suelo. Cualquier fenómeno se puede esperar (risas). Pero ciertamente no puede declararse vencido. Si hay recursos, si hay persistencia, puede producirse el crecimiento.

Dentro del discurso post segunda vuelta de MEO, se intuye al menos la posibilidad de fundar un partido político. Faltaría saber cuál sería el sustento y la forma de ese proyecto, considerando que estamos un país que no le da mucha cabida a estructuras que se alejan de los modelos tradicionales.

Esa idea es de las pocas que le he oído que parecen interesantes. Creo que está más cerca de ese universo electoral que no participa y que no se siente cómodo con la política más estructurada y tradicional. Esa es mi impresión al respecto.

La situación de los medios de comunicación parece restringida en exclusiva a un determinado sector político. ¿Cómo aprovechar las tecnologías para que la izquierda cuente con su propio órgano de información?

Yo creo que hay que hacer dos cosas. Sabemos que los diarios de circulación nacional y los canales de televisión están controlados por la derecha; algo parecido ocurre con las radios. Por lo tanto, lo primero es potenciar los medios que la izquierda ya tiene, que son cuatro. Yo estoy suscrito a dos, pienso renovarlas y suscribirme a los restantes. No es un tema ideológico: yo no estoy de acuerdo con todo lo que publica El Siglo, o Punto Final, o Le Monde Diplomatique, o El Ciudadano, pero creo que esos son los cuatro que hay, que han logrado existir con esfuerzo y por lo tanto debemos apoyarlos. En segundo lugar, creo que hay que potenciar muy fuertemente toda la red de medios vecinales, regionales, microradios y estaciones de televisión. Luego está también lo que dicen ustedes: llevar el uso de la web al máximo posible de su rendimiento. Hoy en Chile el uso de Internet es muy fuerte entre los jóvenes, asi que es importante sacarle provecho a todos los instrumentos que van surgiendo: Facebook, Twitter, páginas web; hay que trabajar esas redes.

Para finalizar, estamos a pocos días del comienzo del Mundial de Fútbol. ¿Algunas impresiones?

Yo creo que Marcelo Bielsa ha hecho lo mejor que podía con el material que tiene (risas).

Jueves, 08 de Julio de 2010 18:46