martes, 18 de agosto de 2009

Que veinte años no es nada

Esteban Silva Cuadra

En julio de 1990, en medio del derrumbe del muro de Berlín y en momentos en que las privatizaciones y políticas de ajuste estructural neoliberal se expandían sin mayor contrapeso en América Latina y el Caribe, convocados por el Partido de los Trabajadores (PT), se reunían en Sao Paulo, Brasil, 48 partidos y movimientos de izquierda, comunistas, socialistas y progresistas de América Latina y el Caribe.

Aquel Foro tuvo una gran virtud, se constituyó en un espacio de confluencia internacional de fuerzas de izquierda en tiempos políticos extraordinariamente complejos y adversos. Parecía entonces, que la hegemonía incontrarrestable del pensamiento único y el debilitamiento de los movimientos sociales y de la izquierda marcaría por largo tiempo nuestro continente.

Muchos se acomodaron ante el poder de la fuerza y del dinero. Otros confundieron la necesaria renovación del pensamiento y acción de transformación socialista perdiendo la esperanza y la convicción. Abandonaron la búsqueda crítica de la igualdad y la libertad como sentido primario de nuestras opciones. Otros, se quedaron paralizados en un ideologismo de manual, sectario, dogmatico y negador de la realidad prefiriendo la marginalidad de las sectas y la "pureza de los puros".

La discusión sobre la transformación anticapitalista y el socialismo, sobre la reforma versus la revolución se encontraba ausente y no se podía advertir en el escenario de los pueblos una crítica de fondo al capitalismo.

Al finalizar el siglo XX, parecía que terminaba de manera obscura para la idea misma de la emancipación de los seres humanos, para la idea de que es posible construir una racionalidad distinta al mercantilismo, a la “explotación del hombre por el hombre” y la competencia en beneficio del más fuerte y poderoso.

El Foro de Sao Paulo, conmemora su nacimiento diecinueve años después, en un contexto político e histórico muy diferente. Hoy, importantes países de América del Sur, Centroamérica y el Caribe se encuentran gobernados por coaliciones y partidos miembros del Foro. Aumenta la participación de la izquierda y fuerzas progresistas en los gobiernos regionales y municipales, el poder legislativo y el poder nacional. Surgen nuevas fuerzas y movimientos sociales, particularmente indígenas, campesinos y urbanos expresando nuevos espacios de protagonismo popular.

A pesar del peso en los grandes medios de comunicación de las ideas conservadoras que pregonaban el fin de la historia y de la gran influencia de las desastrosas políticas económicas implantadas de acuerdo al Consenso de Washington, presentadas como lo "correcto y posible", ellas comenzaron a ser crecientemente cuestionadas en múltiples ámbitos. Quienes esgrimían una particular concepción de la gobernabilidad para asegurar la reproducción de la economía política dominante, hoy se ven obligados a ceder e incorporar la necesidad de la cohesión social.

Poco a poco, la protesta social comienza a dejar de ser estigmatizada y criminalizada.

Descolocados por el resurgimiento e influencia de las opciones de izquierda, desde los sectores conservadores surgen todo tipo de analistas que reparten certificados de buena conducta. Buscando contraponer ciertos gobiernos y posturas de izquierda y progresistas, calificadas como correctas, por ser “centristas, sistémicas, modernas y aceptables”, con aquellas izquierdas y gobiernos “radicales, populistas, estatistas y bolivarianos”. Aquel ideologizado reduccionismo refleja, sin embargo, un saludable síntoma: las fuerzas de izquierda y del cambio, constituyen hoy un actor real, heterogéneo y dinámico en proceso de crecimiento y sobre todo de reconstitución.

Temas ausentes y conceptos estigmatizados tales como; socialismo, alternativas al neoliberalismo, democracia participativa, soberanía económica, fortalecimiento del rol del estado, regulaciones, regalías mineras, reformas agrarias y tributarias, antiimperialismo y multilateralismo, comercio justo y subsidios, derechos humanos y sociales, igualdad de género y derechos reproductivos, pueblos originarios, ecología y sustentabilidad ambiental, diversidades étnicas, sexuales y culturales, integración en infraestructura, energía y cultura, comenzaron a recobrar ciudadanía y protagonismo, volvieron a irrumpir en la agenda política, gubernamental, en los medios de comunicación, en las calles, en los sindicatos, en las organizaciones barriales y en las plazas públicas. Irrumpiendo también en los salones del poder.

Estas ideas y el debate sobre ellas recuperan su vinculación con las preocupaciones reales y el imaginario de la ciudadanía y movimientos organizados de nuestra América.

A pesar de que “veinte años no es nada”, no pocas cosas han cambiado en América Latina y el Caribe.

Junto con la irrupción de actores sociales y políticos de izquierda que han dinamizado el cambio, se ha producido el estancamiento, debilitamiento o desaparición de importantes fuerzas políticas "tradicionales" del movimiento obrero y socialista en América Latina. Otras se encuentran en proceso de mutación, a medio camino de ponerse al día respecto de las nuevas formas y propuestas de los movimientos y partidos de la izquierda del siglo XXI.

Estos cambios han implicado también un nuevo impulso para los procesos de integración como la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) así como nuevas concepciones de integración progresistas como la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA).

Allendismo, izquierda y Socialismo del siglo XXI:

Luego de 20 años de gobiernos democráticos liderados por la Concertación de Partidos por la Democracia, la correlación de Chile es todavía profundamente conservadora como resultado del modelo neoliberal e institucional vigente, del pensamiento único y de una democracia de baja intensidad.

La búsqueda de la recomposición de una Izquierda Unida con un poderoso componente socialista allendista, forma parte del ADN y de la cultura profunda instalada en la idiosincrasia de los trabajadores y el movimiento popular chileno, pues ella ha sido históricamente un factor de crecimiento y posibilidad de ofensiva popular.

La unidad de socialistas allendistas y comunistas junto a los cristianos de izquierda, y humanistas con los movimientos sociales, constituye una de las claves fundamentales para el crecimiento de una alternativa antineoliberal de transformación pendiente en la sociedad Chilena.

La unidad de los Allendistas no solo suma, sino que multiplica. Con ese objetivo, y para disputar la fuerza histórica, actual y futura del socialismo y del allendismo redomiciliándolo en una clara alianza estratégica de izquierda, se ha ido constituyendo progresivamente constituido en el País el Socialismo Allendista, conformado por cuadros socialistas de izquierda provenientes del PS y otros que lo han abandonado en los últimos años junto a cuadros provenientes de otras vertientes socialistas y revolucionarias.

Desde el seno del socialismo y con su reubicación en la izquierda y en proceso activo de unidad con las fuerzas de origen comunista, cristianas y laicas, buscamos resolver la disputa por el carácter y tipo de izquierda que hegemónicamente se expandirá en Chile. Por estas razones para los Socialistas Allendistas el enfrentar las posturas y concepciones socialdemócratas o socialistas liberales, se convierte también en una batalla estratégica, en una batalla de las ideas y por la hegemonía cultural, pues aquello determinará el avance y reinstalación de una izquierda allendista y por tanto antisistémica y revolucionaria en Chile.

En este contexto, se inscribe, por ejemplo, la crítica política e ideológica que los socialistas allendistas formularon a raíz de la “Cumbre Progresista” organizada por los partidarios de la llamada “Tercera Vía” y la Presidenta Bachelet en marzo del 2009, en la ciudad de Viña del Mar, al señalar que la socialdemocracia europea y sus aliados de la Internacional Socialista (IS) en nuestra América se encuentran en “banca rota” para enfrentar la actual crisis capitalista, los desafíos de la integración desde los intereses de los pueblos, así como la urgencia de profundizar la ofensiva y difusión del socialismo del siglo XXI.

El Allendismo asume entonces la tarea de hacer confluir y sumar hacia la izquierda parte importante de la cultura socialista y allendista popular, la misma que en las diversas elecciones ocurridas en los últimos 19 años ha respaldado a los candidatos del Partido Socialista, miembro de la coalición gobernante, partido que ha obtenido ininterrumpidamente un promedio electoral de 11 a 12 por ciento nacional y que ha sido capturado por una lógica cupular y burocrática, de orientación social liberal sobre la base de una alianza subordinada a la Democracia Cristiana y sectores tecnocráticos neoliberales en la coalición de la Concertación, hoy en crisis terminal.

Se trata de reinstalar y resignificar así una fuerza Socialista y Allendista, heredera del Partido Socialista de Chile fundado por el joven Salvador Allende y por quién fuera su primer líder; el Comodoro Marmaduque Grove, militar revolucionario y fundador de la Fuerza Aérea de Chile. Grove precursoramente en 1932, al mando de una Junta militar revolucionaria constituyó la República Socialista de los 12 días.

En su Declaración de Principios el Partido Socialista de Chile, fundado el 19 de abril de 1933, asumía “el marxismo como método de interpretación de la realidad” y señalaba que “la doctrina socialista es de carácter internacional y exige una acción solidaria y coordinada de los trabajadores del mundo” ya en aquél entonces señala que el PS; “propugnara la unidad económica y política de los pueblos latinoamericanos para llegar a la Federación de las Repúblicas Socialistas del continente”, impulsando una “política antiimperialista como afirmación principal de una voluntad revolucionaria”.

En síntesis, los 4 ejes ordenadores del Socialismo Allendista son;

Primero, una candidatura presidencial unitaria de la izquierda reinstalar una fuerza allendista con el impulso y la difusión de un programa alternativo de gobierno y la conformación de un Frente Amplio de la izquierda más allá de las elecciones de diciembre del 2009.

Segundo, acumular fuerzas para perforar la exclusión social y política de la izquierda en el parlamento y en la sociedad, generada por la actual constitución neoliberal y consagrada también por el actual sistema electoral binominal.

Tercero, instalar y socializar masivamente en la sociedad chilena la necesidad de una nueva Constitución, producto de una gran movilización popular a través de una Asamblea Constituyente. Una nueva constitución para modificar la correlación de fuerzas y abrir un cauce para la transformación reformista y revolucionaria que devuelva Chile la completa soberanía sobre nuestros recursos estratégicos y que ponga fin a la consagración de la propiedad privada como el derecho fundamental y a la actual concepción del Estado subsidiario que impide que el Estado sea un agente económico soberano, redistribuidor y regulador para retomar el legado de Salvador Allende abriendo un gran cause popular y revolucionario de futuro para construir en Chile el socialismo del siglo XXI. Como bien lo señalara el Presidente Allende al cumplirse en 1971 un año de su gobierno: “No hay revolución sin transformación de la estructura social”, “El fundamento de la revolución es la férrea unidad de los revolucionarios, de las masas populares”

Cuarto; la reconstitución del tejido social y del protagonismo popular a través de nuevas formas de organización y movilización social para enfrentar el conflicto social y de clases en la perspectiva de la construcción de nuevas hegemonías e imaginarios culturales.

Luego de 20 años de post dictadura, quizás lo que resume de mejor manera los nuevos desafíos para la reconstitución de una izquierda allendista en el Chile del bicentenario, lo resume la declaración de un significativo grupo de dirigentes y militantes socialistas al abandonar en julio del 2009 el PS para conformar una nueva fuerza del socialista y allendista:

El socialismo chileno se encuentra dividido, hoy solo anunciamos la formalización de esa realidad al materializar nuestra desafiliación como un acto colectivo.

Renunciamos al PS-Escalona, cuya actual directiva lo ha llevado a la peor crisis de su historia, producto de una conducción autoritaria, conservadora y excluyente.

Hoy el socialismo se expresa en dos proyectos y alianzas políticas distintas: UNA DE CENTRO Y LA OTRA DE IZQUIERDA. Uno liberal, otro socialista. Uno funcionario, otro militante.

Renunciamos al PS-Escalona para recuperar y proyectar en nuestra sociedad la tradición y fuerza histórica de izquierda del socialismo chileno: somos una fuerza anticapitalista y antimperialista, no socialdemócrata; somos latinoamericanistas. Somos una fuerza que busca la unidad de los trabajadores y de la izquierda, sin exclusiones para construir una alternativa de transformación y de futuro en Chile.

Reafirmamos nuestra decisión y llamado a construir una gran fuerza socialista allendista amplia y plural, heredera también del Partido Socialista de Chile fundado en 1933 por Grove y Allende, claramente domiciliada en alianza con las fuerzas de izquierda sociales y políticas articuladas hoy en el Juntos Podemos Más y en la actual confluencia de amplios sectores socialistas y de izquierda en torno a la campaña presidencial de Jorge Arrate, para avanzar en la construcción de un Frente Amplio de la izquierda y del progresismo más allá de diciembre próximo.

Lo hacemos para expresar nuestro compromiso de fortalecer y hacer crecer nacionalmente la candidatura de Jorge Arrate y su programa de Gobierno alternativo. Presentaremos candidaturas parlamentarias para respaldar la alternativa representada por Arrate, contribuyendo así a la campaña, a la lucha contra la exclusión y al desarrollo nacional de una fuerza socialista amplia, revolucionaria, moderna y plural que reivindica el legado de Salvador Allende y la vigencia del socialismo en el siglo XXI en Chile y en América Latina.

El Socialismo Allendista y la nueva fuerza que aspiramos a conformar centrará su accionar en la lucha por una Asamblea Constituyente para generar una nueva constitución para el inicio de un profundo y necesario cambio en nuestro país.

Convocamos a los socialistas, a los trabajadores, a los jóvenes, a los hombres y mujeres allendistas, a los rebeldes y luchadores sociales a construir una gran fuerza socialista para hacer de Chile un país soberano con justicia e igualdad.

Santiago, Julio de 2009

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