miércoles, 23 de febrero de 2011
La Rebelión de Tahrir, en el país de las pirámides
Revolución en Egipto. Significado y proyecciones
Patricio Arenas
20/02/2011
I Consideraciones generales
I - 1
Perspectiva revolucionaria. La rebelión estalladó en un país que es un actor geopolítico importante para la marcha del mundo, con 85 millones de habitantes, y referente histórico principal de las poblaciones de los países árabes, que suman 300 a 400 millones de personas.
Sin prejuzgar de los plazos, la revuelta egipcia se inscribe en una perspectiva socialista, esto es, en una vía no capitalista de reorganización del conjunto de la sociedad como respuesta a la frustración que representan los dos siglos de fracasos del régimen capitalista que ha dominado el Egipto moderno.
Esta perspectiva estratégica de la rebelión egipcio así como su actual proyección directa en los 22 países del mundo árabe, con levantamientos populares en curso en Yemén, Libia, Baréin y varios otros, es la razón por la cual la dirección política del sistema capitalista mundial, representada por la administración Obama, está decidida a impedir su desarrollo y acabar con ella.
Para este fin utilizará todos los medios posibles: presiones financieras, amenazas militares y, de acuerdo a la evolución de la situación, apoyará una alianza gubernamental o no de la Junta Militar con la Hermandad Musulmana y/o ratificará el llamado a elecciones generales para la instauración de una democracia de fachada que desvie al movimiento popular de sus objetivos democráticos y socialistas. La comprensión cabal de este elemento es una de las claves para el avance y triunfo de la revolución en marcha.
A pesar de las apariencias, el pueblo egipcio está politizado y cuenta con experiencias de lucha importantes en los últimos anos, como las huelgas obreras de 2007 - 2008. Sectores populares significativos son concientes que el progreso democrático, económico y social del país pasa obligatoriamente por poner en cuestión los intereses de las potencias capitalistas extranjeras y de la élite nativa de propietarios y militares asociada y subordinada a ellas. De ser posible la implementación de esta línea de cambio, la reacción de las clases poseedoras dañadas en sus rentas será implacable. Pero sin una lucha a fondo por esta política no se encontrará ninguna solución y abundarán los cambios cosméticos para que “todo siga igual”. La caracterización de la élite propietaria nativa como intermediaria en favor de los intereses del capitalismo mundial ante el Estado egipcio, y en detrimento de éste, es el segundo elemento clave de la lucha.
Las primeras decisiones de la Junta Militar que sucedió a Mubarak limitan el cambio a la convocatoria de elecciones generales sin alteración de los pilares del régimen ni tampoco rectificación de las políticas económica y de derechos laborales vigentes. Este despropósito ha sido aceptado por el ala democratizante de la oposición integrada por elBaradei, el ejecutivo de Google y algunos portavoces de la Hermandad Musulmana.
Sin ninguna consulta popular que la autorice, la Junta Militar se ha negado a dar paso a la formación de un gobierno civil provisorio que organice elecciones para una Asambles Constituyente soberana, ha hecho pública su decisión de mantener la estructura militar-policiaca, la propiedad privada, la libre empresa y el lucro escandaloso. Además ha reiterado su público sometimiento a la hegemonía de los EEUU y la vigencia del tratado con Israel. Este tratado favorece la casi completa colonización de la Palestina histórica por parte de la dirección sionista.
Mas específicamente la conducción económica se propone proseguir con la orientación neoliberal y la Junta amenaza con la ley marcial la organización y actividad reivindicativa independiente de los trabajadores.
I - 2
Crisis capitalista mundial. La revolución egipcia en marcha es una expresión política de la crisis capitalista mundial que agrava la vulnerabilidad económica del país, fuertemente dependiente del mercado exterior y de los flujos de capital provenientes de las petromonarquías rentistas del Golfo, los EEUU y la Unión europea.
La crisis se traduce específicamente en el país del Nilo principalmente por el aumento del 800% del valor de los alimentos desde 2007 - en particular del trigo, cuyo precio dobló en el último medio año así como en el estancamiento económico que aumenta las desigualdades sociales y genera un desempleo inmenso que golpea mayoritariamente a la juventud.
I - 3
La lucha de clases sigue siendo el motor de la historia. La significación más general de lo ocurrido hasta ahora en Egipto es el resurgimiento de la lucha de clases en sus formas mas o menos clásicas.
En primer lugar, se puso de relieve el peso político y social de los trabajadores que en los últimos días antes de la caída del tirano paralizaron el país con la huelga general ilimitada, llamaron a la destrucción del partido oficial de la Internacional Socialista (IS), dirigido por Mubarak, y de la Central sindical conducida por la burocracia sindical a sueldo de la tiranía. Al mismo tiempo, exigieron la formación de un gobierno civil provisorio, la convocatoria a una Asamblea Constituyente y Soberana y a la estructuración de partidos y organismos sindicales independientes de los trabajadores, sin autorización o consentimiento previo de las autoridades del Estado.
Las demandas políticas y económico-sociales reclamadas por los manifestantes, desbordaron las medidas puramente pseudo democratizantes. Este regreso de la revolución en los bordes del Nilo se refleja también en las modalidades de acción marcadas por manifestaciones callejeras y ocupación de plazas, espacios públicos, fábricas, centros de servicios y estudio así como en la huelga general ilimitada.
Estos acontecimientos representan un desmentido a la tesis fabricada por Francis Fukuyama, quien sostuvo que “la historia había terminado”. La elaboración del funcionario norteamericano afirmó que la lucha de clases, el socialismo y el marxismo no tenían validez en el mundo moderno, a partir de la desaparición de la URSS liquidada por la burocracia soviética en diciembre de 1991.
Según Fukuyama la historia, entendida como “la historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de la lucha de clases” (Marx), se acabó. La evolución general había encontrado sus formas finales e inmutables en el sistema capitalista estructurado por la economía de mercado y la democracia liberal.
I - 4
Falacia de la tesis imperial del “Choque de Civilizaciones” de Samuel Hungtinton. El caracter secular del frente contra Mubarak y su régimen unificó la movilización unitaria de decenas de millones de musulmanes sunitas y cristianos coptos, sobre la base de reivindicaciones comunes de orden político y económico-sociales. Es lo contrario de la fabricación de Hungtinton que sostiene que el motor principal de los enfrentamientos políticos y sociales son las diferenciaciones sectarios-religiosas.
I I
Golpe de Estado militar, democracia de fachada dise ñada por los EEUU o primera etapa de la revolución socialista egipcia y del mundo árabe?
II -1
Mohamed Hussein Mubarak pasará a la historia como un déspota pro-capitalista que traicionó la causa nacionalista árabe al convertirse en el matón regional (Medio Oriente) de los EEUU y en cómplice servil de las agresiones genocidas de Israel contra los palestinos.
En el momento de su desplazamiento del poder (11/02/2011) Mubarak presidía el Movimiento de No Alienados (MNA) por un periodo de tres a ños y su Partido Nacional Democrático (PND), era miembro oficial de la Internacional Socialista (IS).
II -2
En el plano interno de Egipto, el régimen encabezado por Mubarak oprimió a la mayoría de la población a través de la “ley de emergencia”, con la cual se suspendió casi toda forma democrática durante las tres décadas de su tiranía. Esta ley sigue hoy en vigencia.
El marco represivo era indispensable para reorientar la economía. El eje del cambio fue la acentuación de la política neoliberal basada en una mayor subordinación de Egipto al capital financiero internacional. Al mismo tiempo, se lanzó una ola de privatizaciones y desregulaciones. El ajuste de la política económica, recomendada y monitoreada por el FMI que dirige actualmente el Dominique Straus-Khan (DSK), socialista francés, fue implementada con el sostén del PND, el partido oficial de Mubarak, la colaboración de la burocracia sindical a las órdenes del régimen y la acción despiadada del aparato militar-policial de intimidación y represión de la resistencia social.
II -3
Hasta su caída, Mubarak demostró públicamente no tener la disposición de alejarse voluntariamente del poder. Si embargo, fue obligado a capitular por imposición de la cúpula de las FFAA, en acuerdo con los EEUU. Debió presentar su renuncia, con efecto inmediato, el viernes 11 de febrero de 2011.
Caracterizar este descenlace como un “golpe de Estado militar” no es completamente falso desde el punto de vista de la forma. Pero esta apariencia no es lo determinante.
Lo decisivo es que el alto mando militar impuso la salida del dictador forzado por la movilización popular de millones de manifestantes que la exigieron desde el 25 de enero (“el día de la rabia”) y durante las 18 jornadas de su lucha inquebrantable, que estremeció al país y al mundo entero.
II -4
25 de enero de 2011 al 11 de febrero de 2011
Las 18 jornadas que sellaron la suerte de Mubarak, en medio de la represión sangrienta del régimen y sus maniobras, por un lado, y la inquebrantable ofensiva popular, por el otro.
La rebelión no se paralizó ni optó por el repliegue ante la represión desencadenada por el régimen responsable de más de 300 asesinatos y de miles de mutilados y heridos en las filas populares.
Por el contrario alentó y puso en pié comités de autodefensa, realizó huelgas con ocupación de lugares de trabajo, quemó comisarías y edificios del PND, el partido oficial, incluída su sede nacional en el Cairo, atacó las sedes de la burocracia sindical del régimen, desalojó a la policía de la plaza Tahrir y luego enfrentó en el mismo lugar a hordas del lumpen asesino lanzado en su contra por Mubarak y Suleimán. Además confraternizó en las calles con la base del ejército. En Tahrir los manifestantes dormían entre las ruedas de los tanques para obstaculizar sus desplazamientos.
El movimiento rebelde tampoco cayó en la trampa de aceptar las concesiones ilusorias, diseñadas para dividirlo y desviarlo de sus fines, propuestas por el vicepresidente Omar “Jeque al-Tortura” Suleimán, apoyado por Washington y Bruselas. El General Suleimán, responsable supremo de los servicios de seguridad del Estado, fue formado profesionalmente por el estalinismo en Moscú en los anos sesenta y reformateado en West Point luego del giro pro EEUU del Presidente egipcio Anuar el-Sadat (1970-1981), en la segunda mitad de los anos 70.
En fin, la protesta unificó en un solo frente secular contra la dictadura a musulmanes sunitas y cristianos coptos, que son las dos corrientes religiosas que representan la casi totalidad de la población creyente en Egipto.
III
El espíritu de Tahrir y las nuevas revoluciones en curso
“La rebelión de Tahrir” inmortalizará el espíritu de esta exaltante experiencia protagonizada por el pueblo egipcio. Fue denominada así por el nombre de la plaza central situada en el corazón del Cairo, cuya ocupación masiva e ininterrumpida fue defendida a muerte con la sangre del pueblo durante los 18 días que fueron necesarios para derrocar a Mubarak.
Su ejemplo está inspirando ahora a las nuevas revoluciones y marcando sus formas, en primer lugar, en los países árabes (22 países con 339 millones de habitantes). Al mismo tiempo empuja a la acción por el pan y la libertad a las poblaciones musulmanas y a sus millones de inmigrantes radicados en Europa los que resisten contra la política de los capitalistas y sus gobiernos que buscan imponerles, en nombre de los costos de la crisis económica, mas discriminación xénofoba y precarización además de la disminución de sus bajos ingresos.
En el resto del planeta la victoria del pueblo egipcio es saludada como el verdadero inicio del siglo XXI que se abre con un nuevo ciclo de levantamientos y revoluciones en todas las latitudes para terminar con el régimen capitalista.
FIN
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