Roberto Ávila Toledo
El próximo 21 de Mayo en dependencias de la USACH en Santiago se creará una nueva organización política (NFI) que se propone como objetivo reconstruir la izquierda. Hay muchas expectativas ´puestas en ello. Pero, luego de la histórica traición de la “izquierda” concertacionista, decir izquierda en Chile llama a equívoco y crea confusiones.
El socialismo concertacionista y otros que se autodenominan izquierda cuando les conviene, han hecho todo lo que era necesario para desprestigiar esta palabra. Desde “la izquierda” crearon una abyecta oficina de soplonaje, en calidad de “compañeros” fueron a Londres a implorar la libertad de Pinochet a la socialdemocracia inglesa, desde allí han administrado y profundizado el modelo neoliberal y sin perder el apelativo se han enriquecido, de buenas y malas maneras, con este.
Por ello es necesario que esta nueva fuerza que surge con tanta vitalidad tenga clara y nítida sus orientaciones fundamentales. A mi juicio estas son:
1.- Esta organización debe reconstruir el espacio cultural y político de la izquierda, como expresión que en atención a su historia y a las realidades del neoliberalismo actual tiene personalidad propia. Esto quiere decir que debemos crear una tercera fuerza política distinta y en contradicción con las dos derechas que actualmente y al amparo del binominalismo pinochetista monopolizan la democracia en Chile. Más claro aún: no somos furgón de cola de la concertación ni fuerza auxiliar de la eventual candidatura de Michele Bachelet.
2.- Desde el punto de vista político-ideológico la matriz fundamental debe ser una resuelta vocación antineoliberal y anti-capitalista. No somos una nueva variedad de administración del modelo, estamos naciendo para crear otro tipo de sociedad donde lo colectivo, lo solidario, la igualdad y lo democrático reemplacen esta sociedad en que el hombre es el lobo del hombre. En esta lucha en contra del neoliberalismo hay reivindicaciones centrales impostergables: la nacionalización del cobre y la instalación de una educación, estatal, democrática, laica y gratuita. Promovemos justicia social en un país en que el 54% de los trabajadores gana menos de 300 mil pesos mensuales y en donde el transporte público es más caro que en Nueva York y de peor calidad que en el África Subsahariana.
3.- Debemos confrontarnos resueltamente con la clase política corrupta que cebada en el erario fiscal ha hecho repugnante fortuna, que por si y ante si se fija sueldos y prebendas millonarias en el congreso, que cree que el estado es un botín y se lo reparte como camarilla y que además pretende heredarlo a sus familiares. Hay que poner límite a la reelección en cargos públicos, establecer la revocabilidad, poner límite al gasto electoral. Debemos poner término a la “democracia de los ricos” para instalar una democracia real.
4.- La NFI debe inscribirse en la senda de la izquierda latinoamericana que ha reemprendido el camino de Salvador Allende y Simón Bolívar. Esta definición nos pone a distancia contradictoria de las políticas del Imperio norteamericano.
5.- Nuestra organización debe ser radicalmente democrática todos y cada uno de sus dirigentes deben ser elegidos, sus cargos revocables, debe cautelar la expresión de todas minoría que existan en su seo, sus plantillas electorales deben ser establecidas en los mismos territorios mediantes primarias abiertas, cuando menos la mitad de los cupos para lecciones populares deben ser determinados por las organizaciones sociales que participen de ella.
Debemos estar en las antípodas de organizaciones en que los dirigentes son ungidos por aclamación lo que no es ya reponer la traición socialdemócrata sino los partidos del otro lado de la cortina.
Sólo estas definiciones nos pueden dar aliento para reconstruir una izquierda que en los últimos decenios no sólo ha sido masacrada sino que además traicionada, Sólo a partir de esto podemos tener legitimidad para llamar a la juventud a una lucha que tiene tantos sacrificios.
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