jueves, 14 de enero de 2010

Por más democracia, por el pueblo chileno, para seguir construyendo izquierda


Por Juan Andrés Lagos

La encrucijada está planteada y no hay puntos intermedios en relación al curso que adopte el destino de Chile tras del resultado de la segunda vuelta presidencial.

Para ser claros, en buena medida el escenario político chileno actual se explica por la crisis y el agotamiento (esperamos definitivo) de una llamada "transición pactada", "democracia de los acuerdos", "política de los consensos", que ha tenido como principales y hegemónicos protagonistas a la concertación y a la derecha que proviene y respaldó estructuralmente a la dictadura de Augusto Pinochet.

No es un dato menor, y tampoco puramente discursivo, el hecho que los tres candidatos presidenciales del campo realmente democrático formulen la necesidad de cambiar definitivamente la constitución política heredada de la dictadura fascista.

Insistimos, no es menor porque allí se instala y se explicita la contradicción fundamental entre quienes sí postulan un país auténticamente democrático y quienes desean matener el sistema actual con un poder autoritario y heredado de la dictadura.

Este camino y esta autodefinida "gobernabilidad", entre la concertación y la derecha, no ha podido dotar a Chile de un estado auténticamente democrático; de justicia social; de independencia nacional.

El descontento social es creciente y transversal, aunque no se expresa en una sola altermativa política y tiene incluso expresiones contradictorias y duras, como es el hecho que la derecha alcance el ponderado electoral que tiene actualmente.

¿Pero es sólo la concertación y la derecha los co-autores de este camino político agotado?.

Para ser claros, no. También el sector que apoyó a Marco, que se abrió camino por momentos en forma brutal, violenta, divisionista y plagada de descalificaciones, es parte del tronco histórico y político de este camino, esto es, el de la "democracia de los acuerdos" entre concertación y derecha. Ellos provienen de ese camino impuesto por décadas. Por eso no es casual que una parte de las fuerzas y los votos que apoyaron a Marco se hayan inclinado a favor de Piñera.

Es bueno que, aun en forma tardía, finalmente Marco haya respaldado a Eduardo Frei. Pero eso no oculta el gravísimo error que ha cometido y que lo acompañará hacia el futuro: el haber atacado y dividido a las fuerzas de izquierda, descalificando a un sector histórico y fundamental, y el haber planteado durante toda la campaña y la primera vuelta presidencial que quienes advertimos del peligro de la derecha sufríamos "el síndrome de Estocolmo" y vivíamos pegados a los "miedos del pasado". El aval que entregó a la derecha y Piñera no es ahora ocultable por Marco y quienes lo apoyaron. Ya lo hizo y eso tiene un efecto que no se puede ahora cambiar.

La izquierda chilena ha logrado iniciar el camino para terminar con la exclusión. Tres Diputados elegidos en un pacto instrumental con la concertación, de claro sentido democrático, han abierto una brecha de enorme proyección política. Quienes no consideraron y no consideran esto como un avance deberían reflexionar sobre sus palabras y el futuro de las convergencias posibles y necesarias. Porque con ese tipo de posturas no se hace ni se construye unidad.

Hacia el futuro, los 12 doce puntos establecidos y acordados entre la Concertación y el Juntos Podemos Más-Frente Amplio y el ex candidato presidencial de la Izquierda, Jorge Arrate, son un pilar fundamental para convergencias políticas y caminos de movilización y lucha social.

En su batalla por más democracia y para impedir que la derecha llegue a La Moneda, la izquierda chilena no se ha equivocado y explicita con claridad su determinación:

El voto de la Izquierda es para Eduardo Frei y ningún voto de Jorge Arrate, de Guillermo Teillier, de Lauraro Carmona y Hugo Gutiérrez, será para el empresario Piñera.

Seguiremos construyendo izquierda con vocación unitaria y sentido de futuro.

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