miércoles, 16 de octubre de 2013

Reflexiones Allendistas desde nuestra América y el sur

Reflexiones Allendistas desde nuestra América y el sur

Prólogo
Para abrir las grandes alamedas
Por Alberto Mayol


El texto que nos convoca es excéntrico. La palabra no es la más afortunada, porque la excentricidad nos lleva a cierto psicologismo o quizás a costumbres llamativas propias de un ‘otro’ muy lejano. Alguien pensará que excéntrico es el millonario que sube el Everest contratando sherpas, que los hay. Otros pensarán que es Woody Allen y sus películas o sus matrimonios o sus gestos o todo él. Muchos sentirán diversas evocaciones, parajes lejanos, insulares, montañosos, africanos, asiáticos; muchos imaginarán extrañas costumbres, pero estaremos lejos si seguimos ese camino. Afinaremos el concepto para que se note que no hablamos de millonarios, ni de Woody Allen, ni de psicologismo y que bajo ninguna circunstancia podríamos decir que este texto es lejano o trata de parajes ajenos. Por cierto, este texto tampoco está hecho para un ‘otro’, es fuertemente nuestro, aunque nos parezca extraño por la miopía inoculada. De hecho, este libro es más bien de nosotros. Por eso la palabra ‘excéntrico’ no parece afortunada, pero será una merma inevitable que soslayaremos pronto, pues no nos queda otra palabra. El texto es excéntrico porque nace y muere fuera del foco acostumbrado, porque se escribe desde una antípoda, desde un punto cardinal que ha sido ocultado por una supuesta avería. Es un texto socialista en un mundo descafeinado de socialismo.

Es un texto latinoamericanista en un mundo de libre comercio donde se fomenta la compra y venta fuera del continente. Pero no sólo este texto se pone de pie en un lugar diferente, sino que agrega a ello el planteamiento de preguntas extrañas, que resuenan lejos de nuestra memoria inmediata y que, luego de ello, devienen en la fantasmagórica imagen del descubrimiento. Esteban Silva es un político chileno, pero también un asesor político internacional, pero también un socialista allendista, pero ante todo un apasionado por la política, un obsesivo creador de nuevas alamedas, un sobreviviente de las alamedas destruidas.

Esteban Silva es chileno, pero él también es una parte de la historia de Perú, de Cuba, de Venezuela. Esteban Silva es el principal defensor en Chile de la causa saharaui. Lo he visto instalar esa causa, luchar en medio de la ceguera de los temas internacionales, de la incomprensión del África sobre la cual en Chile la ignorancia es total. Esteban Silva ha sido un defensor del tercer mundo, ha entendido el sentido trascendente de las clases sociales y de la historia de los pueblos. Puedo decir todo esto sin haber sido más que un compañero radial de Esteban Silva, sin más conocimiento que haberlo visto parlamentar al aire y fuera de él, con idéntica pasión en un sitio u otro, siempre confiado en que la historia se abrirá de una buena vez. Esteban Silva ya no va a la montaña, pues sabe que debe lograr que ella sea la que se mueva, para que no sólo él pueda estar cerca del mensaje superior, sino todos los demás. Este libro no tiene la pretensión de hacer que la montaña venga, pero sí de avisar que siempre hay que estar preparados.
El libro de Esteban Silva es excéntrico porque es extraño para Chile.
Enumeraré las principales razones que lo convierten en una excentricidad.

1. Es un libro latinoamericanista.

¿Cuántos miembros de la elite política chilena han dicho media palabra sobre Latinoamérica? ¿Cuántos han dejado horas y horas por apuntalar un proyecto para toda la región? No son muchos, por cierto. Casi ninguno, en realidad. Chile ha tenido esta cultura de isla que lo tiene siempre hablando de otra cosa. Chile tiene ese ombliguismo que nos hizo creer inmunes a los golpes en medio de todos los golpes en el subcontinente. Chile tiene miopía continental. Yo he pecado, tú has pecado, todos hemos pecado. Y le agregamos a esa miopía, la discriminación societal, apuntando a inferiores cada vez que cruzamos la frontera.
Pero felizmente hay excepciones. Y notablemente, en ocasiones como ésta adquieren la forma de un libro. Esta obra de Esteban Silva huele a contexto, a continente, a América Latina y sus aventuras y desventuras, huele a alta política, pero también a pueblo.

2. Es un libro tercermundista

¿Cuántos chilenos quieren reconocer que Chile está en el tercer mundo? ¿Y que las políticas del tercer mundo nos competen? En medio de un clima dominado por los economistas neoclásicos, que sólo miran el aumento del PIB como toda señal de desarrollo y felicidad; en medio del arribismo como país; Esteban Silva nos habla del tercer mundo, de los pueblos y su comunidad de dolor, de sus padecimientos idénticos y brutales. Esteban Silva disuelve el mito de un Chile desanclado de la historia de su continente, en la historia de un patio trasero que nos costó la dictadura, su modelo y la desafección por la protección social.

3. Es un libro socialista

Trate de pensar en la última vez que vió un socialista. En Chile, socialistas militantes de dicho partido hay muchos, pero han olvidado las clases sociales, a Marx, pero incluso a Keynes lo han olvidado y sólo les importa el orden, la gobernabilidad, la conducción política. Pues bien, vaya diferencia, este libro está escrito por un socialista, un hombre que ha tenido que ir a fundar un nuevo partido para conservar sus principios junto a otros de sus compañeros. ¿Cuántos políticos chilenos, socialistas, han escrito un libro con ideas socialistas? Ninguno. Ni siquiera hay ideas socialdemócratas en esos personajes. Pero en este libro sí hay socialismo, he aquí la total voluntad política de convertir el socialismo no sólo en la protesta, sino en un proyecto.



4. Es un libro de historia y una autobiografía a la vez

¿Cuántos políticos chilenos pueden contar la historia de América Latina como una historia de su vida? En este libro, dicho ejercicio es posible.
Esteban Silva nos va mostrando, con sus relatos, sus columnas, sus experiencias, su lealtad; cómo los virajes del continente se han dado fuera y dentro de gobiernos de izquierda, cómo el diablo mete la cola de pronto y cómo las fuerzas de la izquierda llevan esta lucha constante y agobiante que a tantos nos resulta hermosa, pero lejana; pero que a Esteban Silva le suena a pan de cada día, le suena a peligros, a responsabilidades complejas, a defensas de los principios en tiempos de traición.

5. Es un libro valiente

Esteban Silva ha escrito un libro valiente en medio de un país lleno de generalidades, donde nadie se hace cargo de la columna que escribió ayer, de la afirmación que hace semanas fue dicha. En cambio, Esteban Silva toma sus documentos y los pone uno tras otro, luego agrega un espíritu general y construye un texto sorprendente, en el que se puede navegar por mares desconocidos, en medio de la alta diplomacia, de los problemas pedestres y no tanto, de las movidas y negociaciones complicadas. Mientras la mayor parte de los funcionarios de gobierno en Chile se preocupan de organizar cenas en y para América Latina, mientras más se juntan entre líderes; menos raigambre hay con la historia que hacen los pueblos. No son muchos, no es casi nadie en rigor, los que se atreven a ir más lejos. Esteban Silva ha dado el paso, ha puesto nombres y apellidos a la política chilena, ha sido en claro en relatar los virajes de políticos latinoamericanos que modificaron su ruta apenas llegaron al poder. Y Silva se planta frente a ellos y los invita cordialmente a leer este libro, mientras se arroja a la escena de las elecciones, donde nuevamente los poderes estarán acechándolo. Esteban Silva ha sido valiente en este libro. Y no me esperaba menos. Tiene que seguir luchando para abrir las grandes alamedas.

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Introducción

Este libro recoge artículos, entrevistas y un capítulo inédito de un libro sobre mi paso por el Perú, que decidí finalmente no publicar y fue escrito desde “la paciente impaciencia,” como señalaba el Comandante sandinista Tomás Borge. No pretende tener neutralidad ninguna, toma partido en cada uno de los temas que aborda.
Aprendí de la convicción de mi amigo Jecar Neghme, asesinado en dictadura, quién como yo fue parte de la misma generación de los 80, una época en que a pesar de lo obscuro y doloroso de la dictadura pinochetista, fue un tiempo luminoso de riesgo, organización, creatividad y de lucha.

Los caminos de la vida me han permitido también conocer y tratar de aportar con un grano de arena en la lucha por la dignidad y la autodeterminación de otros pueblos, lo que he procurado hacer desde “el pesimismo de la razón pero con el optimismo de la voluntad,” como señalaba Antonio Gramsci, actitud que agradezco haber aprendido de hombres con la coherencia y compromiso de Javier Diez Canseco.

El Comandante Hugo Chávez, socialista, bolivariano e internacionalista, no se cansaba de insistir que, en la lucha por otro mundo posible, el “amor con amor se paga”. Fue esa misma actitud por su pueblo que marcó hasta su muerte, la trayectoria y compromiso del Presidente Salvador Allende, quién encabezó con dignidad y coherencia el gobierno popular más democrático, transformador y emancipador que conozca hasta hoy nuestra historia republicana. Su legado sigue vigente y ha sido retomado en las calles, liceos, universidades, sindicatos y organizaciones regionales hoy por las nuevas generaciones en el Chile del siglo XXI.

Desde los campamentos de refugiados y los territorios del Sahara Occidental, en el norte de África, los saharauis expresan esta misma lucha, la que a pesar de la distancia que nos separa, es la misma que libran hoy nuestros pueblos desde nuestra América Latina y el Caribe.

Chile no es ajeno a estos procesos, aunque el pensamiento único neoliberal nos ha querido convencer que somos una suerte de excepción, y aquello no es así. Frantz Fanon, luchador anti colonialista, autor del libro “Los Condenados de la Tierra”, decía que el deber de la memoria es imprescindible. Reconstruir la memoria es reconstruir “un nosotros”, es reconstruir humanización, lo que nos permite humanizarnos colectivamente.
El socialismo no será ni calco ni copia sino creación heroica, decía el amauta José Carlos Mariátegui. Salvador Allende, encabezando la Unidad Popular hace más de 40 años planteó un socialismo con vino tinto y empanadas, es decir nuestro, es decir vinculado a una profunda democracia participativa en cuyo centro los trabajadores, los pobres y oprimidos fuesen los protagonistas no sólo de una gran transformación, sino que recuperaran su dignidad como individuos y como colectivo.

Nuestra América vive hoy cambios profundos, con el ALBA, UNASUR y la CELAC, hoy vivimos y protagonizamos momentos de cambio que nos permiten mirarnos con nuestros propios ojos, con los ojos del sur.

Este libro, escrito desde la reflexión y la pasión Allendista, desde Chile y desde nuestra América y el sur, quisiera ser un modesto aporte en ese gran cauce y energía de nuestros pueblos.

Gracias a Alberto Mayol por su prólogo. Mis agradecimientos a mi amigo Félix Rosenberg, quién me alentó permanentemente para su publicación y gracias a cada uno de las y los amigos y compañeros que con sus aportes hicieron este libro, cuyas páginas seguirán abiertas para reconstruir un Nosotros que tanta falta nos hace en estos días de crisis, en que la sociedad chilena se debate entre profundizar el actual Chile injusto y desigual, o iniciar un cambio de fondo para refundar nuestra patria, nuestra convivencia y democracia.



Esteban Silva Cuadra

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