sábado, 18 de mayo de 2013

Marco Enríquez-Ominami: El candidato progresista a la presidencia de Chile


—El proceso electoral en Venezuela ha causado mucha controversia, ¿cree usted que en Venezuela hay democracia?

—Sí. Creo que todas las democracias latinoamericanas son imperfectas.

El candidato a la presidencia de Chile por el Partido Progresista, Marco Enríquez-Ominami, visitó brevemente Lima para ofrecer la conferencia “Las elecciones en Chile. Perspectivas de la relación con Perú en un contexto de integración regional”, realizada el último miércoles en la sede de La Comunidad Andina.

Fue la revelación en las elecciones del 2009, con 20% de los votos, joven político y además cineasta, Enríquez-Ominami dijo a LA PRIMERA que el gobierno de Chile debe acatar el fallo de la Corte de La Haya.

Fue la revelación en las elecciones del 2009, con 20% de los votos, joven político y además cineasta, Enríquez-Ominami dijo a LA PRIMERA que el gobierno de Chile debe acatar el fallo de la Corte de La Haya. Tiene como agenda la redistribución de la riqueza, la sustentabilidad, la defensa de la ecología, la gratuidad de la Educación y anuncia que promoverá la integración de Chile con América Latina y particularmente con Perú y Bolivia.

—¿Cómo observa la situación previa a la definición del fallo de la Corte de La Haya?

—El interés de mi visita al Perú es promover la integración latinoamericana. En plena campaña presidencial he querido venir a expresar aquí, tanto a los Chilenos como a los peruanos, mi convicción de que ambos países debemos acatar el fallo. Además de eso, debemos hacer lo imposible para llevarnos bien. Veo en muchos peruanos, ciudadanos y congresistas, una gran disposición a cerrar este capítulo de las diferencias limítrofes de una vez por todas.

—Entonces, ¿usted considera que el gobierno Chileno debe acatar el fallo?

—Creo que tanto el gobierno peruano como el gobierno Chileno deben comprometerse a acatar el fallo, sea cual sea el resultado.

—El gobierno Boliviano también ha demandado a Chile ante La Haya por su reclamo de soberanía marítima. ¿Qué piensa de esta nueva situación?

—Es una mala noticia para los Chilenos que estemos en La Haya dos veces. Considero que Chile debe abrirse a tener más integración, debe proponer a América Latina una integración no solo económica, sino social, política y cultural. Nuestra propuesta es profundizar el proceso de integración y marcar con este axioma una ruptura. Creo que el principal motor de las políticas exteriores de América Latina son los principios de generosidad, de reciprocidad, de buena vecindad.

—Lo que está diciendo no le puede dar muchos votos en Chile, debido a la mentalidad “triunfalista” que es mayoritaria en su país, tras la Guerra del Pacífico

—Pienso que la mayoría de los Chilenos no viven anclados en el pasado. Los Chilenos se reconocen en los peruanos, y los peruanos se reconocen en los Chilenos. En los Chilenos observo una enorme curiosidad cultural por el Perú, aunque es cierto que en la clase política veo mucho nacionalismo afiebrado. Lo veo aquí y en Chile también.

—Pasado el tema de La Haya, de ser elegido presidente de Chile, ¿cuál es la relación que tendría con el Perú?

—Yo he dictado clases aquí. He trabajado con actrices y actores del Perú que trabajan en Chile. He venido como candidato antes de las elecciones y del fallo de La Haya. Con eso he querido dar una señal. Soy un fanático de la integración. Tengo la ilusión de que Chile y el Perú avancen juntos. Y propongo que haya una reunión tripartita, post-La Haya, en la que estén los presidentes de Chile, Perú y Bolivia, y que puede ser en el sur del Perú, el norte de Chile y el occidente Boliviano, para encontrar una agenda común en materia energética, de salud pública entre Arica y Tacna. Tengo distintos desafíos en tres planos: capital humano, capital público y capital privado. Y allí tenemos salud pública, empresas públicas. Y con todo eso, poder regular nuestra inversión privada, de aquí y de allá. Que podamos promover la sustentabilidad, el empleo decente. Hay tantos desafíos.

—¿Por qué salió usted del Partido Socialista?

—Sucede que yo no reconozco como una coalición progresista a la Concertación (coalición que agrupa a la Democracia Cristiana y los partidos Radical, Socialista y por la Democracia; estos dos últimos llevan como pre-candidata a la expresidenta Michelle Bachelet) en materia de privatización del agua, de defensa de Pinochet cuando fue apresado en Londres, de negarse a hacer la reforma tributaria, de negarse a ir más lejos en la integración sudamericana. Todo esto llegó a convencerme que el monopolio de conservadores no solo lo tiene la derecha, representada en el actual gobierno de Sebastián Piñera, sino la Concertación y sus dirigentes.

—¿Y no cree usted que eso divide a la izquierda? Porque en la Concertación hay partidos socialistas, socialdemócratas…

—Yo no vengo a pelearme con “una” izquierda. Yo vengo a proponer un progresismo, un reencuentro con una agenda: la redistribución de la riqueza, la sustentabilidad, la defensa de la ecología. La Concertación no cree en la gratuidad de la Educación, por ejemplo. Yo sí. Nosotros hemos comenzado a construir un proceso que comenzó hace cuatro años, que tiene una continuidad, que quiere ganar elecciones y pretende integrar a Chile hacia América Latina.

LAS ELECCIONES EN Chile

—Las encuestas en este momento dan como segura ganadora a Bachelet, quien seguramente será la candidata de la Concertación luego de las primarias en junio. Al parecer es “casi” presidenta. ¿Qué cree que puede pasar de aquí a las elecciones de noviembre?

—Henrique Capriles estaba “casi” empatado con Hugo Chávez en las elecciones de octubre del año pasado en Venezuela. Nicolás Sarkozy estaba “casi” empatado con el actual presidente francés, François Hollande. Yo estaba “casi” muerto en los comicios del 2009. No comparto esta idea de los resultados “Seguros”, de los “casi”. Faltan siete meses, habrá un proceso electoral, en el que los Chilenos tendrán que escoger entre el cambio y la continuidad. Yo voy a trabajar intensamente, no tengo temor en estas fechas. En el 2009 teníamos menos porcentaje en las encuestas que ahora. No teníamos partido. En esas mismas encuestas, Bachelet va bajando, y nosotros vamos subiendo. Somos optimistas.

—¿Confía usted, entonces, en remontar la diferencia que hay en este momento?

—Confío en que vamos a crecer, en que hay un proceso que tiene que recorrerse. Ya fui candidato en el 2009, marcando el cero por ciento y llegando al 20%. ¿Por qué no vamos a lograrlo ahora, si ya estamos en el 10%? Vamos a pasar a la segunda vuelta, hay voto voluntario, los muchachos están movilizándose por todo el país. Te cuento una anécdota: Yo soy hijo único, y ni mi padre ni mi madre votaban por mí. Terminaron fanáticamente votando por mí, y terminamos convenciendo al 20% del electorado. Sin partido, sin fundación (en alusión a la Fundación Dialoga, de Bachelet), sin dinero, y a punta de convicción. Eso me parece que ya es una señal.

Venezuela tiene una democracia deficitaria, como muchos en América Latina, dice Enríquez-Ominami.

DEMOCRACIA EN AMÉRICA LATINA

—El proceso electoral en Venezuela ha causado mucha controversia, ¿cree usted que en Venezuela hay democracia?

—Sí. Creo que todas las democracias latinoamericanas son imperfectas. En Chile, hasta hace pocos años, los comandantes en jefe tutelaban a la democracia. También teníamos problemas con la ley electoral. Hoy Estados Unidos tiene una cosa que se llama Guantánamo (base naval en territorio cubano usada como prisión de acusados de terrorismo) que está fuera del estado de derecho, donde ellos mismos reconocen que aplican torturas. ¿Qué democracia es la que ampara construir cárceles fuera del estado de derecho, deteniendo y torturando ciudadanos sin hacerles juicios, sin imputarles cargos? No digo que los que estén en Guantánamo sean blancas palomas; no lo sé. Solo sé que están bajo tortura.

Hay una gran hipocresía en “demonizar” el proceso venezolano, y no hacerse cargo que en muchos países latinoamericanos existen monopolios de los medios de información que hacen que solo un grupo pueda informar. A mí me parece impresentable esta idea de discutir sobre la democracia venezolana. Es una democracia imperfecta como la de México donde, por ejemplo, están prohibidas las candidaturas independientes. Es un sistema político en el que solo los partidos grandes pueden competir. ¿Es democracia México? Sí, es democracia. ¿Tenemos democracia en Chile? Tenemos democracia. ¿Es perfecta? No.

—¿Qué piensa de lo que están haciendo los congresistas venezolanos de oposición, que están visitando varios países?

—Están en su derecho, es su trabajo. No tengo mucho que comentar. Están haciendo su trabajo, para eso los han elegido. Están dentro de sus atribuciones hacer lo que están haciendo.

¿Qué opina de la decisión de Unasur con respecto a Venezuela?

—Han actuado bien. Me gusta Unasur. Estoy orgulloso de Unasur, y cuando sea presidente, profesionalizaré nuestra diplomacia hacia las relaciones multilaterales con América del Sur.

—¿Qué piensa del gobierno de Evo Morales?

—No voy a referirme a la calidad de su gobierno, sino a la legitimidad que tiene. Es muy importante que Bolivia tenga un presidente indígena, y la cosmovisión que ha puesto Evo Morales en su país. Es importante que Bolivia tenga una democracia con un presidente que fue electo con el 51% de los votos. Es el único presidente en la historia de ese país, si no me equivoco, que fue elegido con mayoría absoluta. Eso es una gran noticia. Además, comparto su convicción.

—¿Qué paralelo haría del actual régimen, conducido por Cristina Fernández en Argentina, con el de Carlos Menem en la década de 1990?

—Entre Kirchner y Menem, prefiero a Kirchner. Kirchner reforzó la identidad Argentina; en cambio Menem se alineó con Estados Unidos, llevando a su país a guerras iniciadas por este país. Creo en el respeto republicano, desde Chile, a la autonomía de los pueblos, y por eso respeto el proceso argentino.

Víctor Liza

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