Estimado Thomas:
Sé que usted y yo anhelamos la paz para Oriente Medio, pero antes de que usted continúe hablando sobre las condiciones esenciales para lograrla desde la perspectiva israelita, necesita saber lo que pienso. ¿Dónde empecé?, cerca de 1964. Permítame citar mis propias palabras en el escrito. Son tan ciertas hoy como lo eran entonces: “He luchado contra la dominación blanca y contra la dominación negra. He defendido el ideal de una sociedad democrática y libre donde todas las personas puedan vivir juntas en armonía y con las mismas oportunidades. Espero vivir lo suficiente para lograrlo. Pero si es necesario, estoy dispuesto a morir por este ideal”. Hoy el mundo, negro y blanco, reconoce que el “apartheid” no tiene ningún futuro. En Sudáfrica ha acabado gracias a nuestra lucha masiva y firme para construir la paz y la seguridad. La multitudinaria lucha de protesta y otras acciones sólo podían culminar con el establecimiento de la democracia.
Quizás le es extraño observar la situación en Palestina o más específicamente, la estructura de relaciones políticas y culturales entre los palestinos e israelíes, como un sistema del “apartheid”. Es porque piensa erróneamente que el problema de Palestina empezó en 1967, como quedó reflejado en su reciente columna “Primer Memorándum de Bush” en The New York Times del 27 de marzo. Parece sorprendido al oír que todavía los problemas de 1948 no están resueltos, como es el más importante de todos, el derecho al retorno de los refugiados palestinos. El conflicto palestino-israelí no es sólo un problema de ocupación militar. Israel, es un país que no fue creado “normalmente” y ocupó otro en 1967. Los palestinos luchan por un “Estado” en libertad e igualdad, al igual que nosotros luchamos por la libertad de Sudáfrica.En los últimos años, y sobre todo durante el gobierno laborista, Israel mostró que no estaba dispuesto a devolver lo que ocupó en 1967. Los asentamientos permanecen, Jerusalén está exclusivamente bajo la soberanía israelí, y los palestinos carecen de un Estado independiente. Se encuentran bajo la dominación económica israelí y con el control israelí de sus fronteras, la tierra, el aire, el agua y el mar. Israel no piensa en un “Estado” sino en la “separación”. El valor de ésta se mide por la habilidad de Israel de mantener lo judío dentro del Estado judío, y para no tener una minoría palestina que podría volverse una mayoría en algún momento en el futuro. Si esto sucede, obligaría a Israel a que convertirse en un Estado democrático y binacional o en un Estado de “apartheid” no sólo de facto sino también de jure. Thomas, si analiza las votaciones en Israel durante los últimos 30 o 40 años, encontrará un racismo muy claro. De hecho, una tercera parte de la población declara abiertamente ser racista. Este racismo es de la naturaleza “me odian los árabes” y “deseo que estén muertos”. Si además observa el sistema judicial de Israel, verá que existe discriminación contra los palestinos, y si va más allá y estudia los Territorios Ocupados en 1967 encontrará que hay dos sistemas judiciales en funcionamiento, que representan dos formas diferentes de considerar la vida humana: una para los palestinos y otra para los judíos.
También coexisten dos formas diferentes para propiedad y para la tierra. La propiedad palestina no es reconocida como propiedad privada y puede confiscarse. Acerca de la ocupación israelí de Cisjordania y Gaza, hay un hecho más. Las llamadas “áreas autónomas palestinas” son * bantustanes. Tienen limitadas sus competencias en la estructura de poder del sistema de “apartheid” israelí. El Estado palestino no puede ser un apéndice del Estado judío sólo para preservar la pureza judía de Israel. La discriminación racial en Israel de la mayoría de los palestinos es cotidiana. Desde el momento en que Israel se declara como un Estado judío, los judíos israelíes pueden tener derechos y privilegios que los no judíos no pueden tener.
Los árabes palestinos no tienen ningún papel en un Estado “judío”. El “apartheid” es un crimen contra la humanidad. Israel ha privado a millones de palestinos de su libertad y de sus propiedades. Ha perpetuado un gran sistema de discriminación y desigualdad. Ha encarcelado y torturado sistemáticamente a miles de palestinos, en contra de las leyes internacionales. Ha emprendido una guerra contra la población civil y en particular, contra los niños. Las protestas de Sudáfrica contra las violaciones de los derechos humanos que nacen de las políticas de confiscación y de “apartheid”, indican a la sociedad israelí que antes de hablar de una paz justa y duradera en Oriente Medio, debe poner fin a su política de “apartheid”. Thomas, no estoy olvidando la diplomacia en Oriente Medio. Pero no seré indulgente como otros. Si quiere la paz y democracia, le apoyaré. Si quiere el “apartheid”, no le apoyaremos. Si quiere defender la discriminación racial y la limpieza étnica, nosotros nos opondremos. Cuando lo piense, llámeme.
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