El Magistrado Mario Carroza viene de anunciar el cierre del sumario sobre la muerte del Presidente Salvador Allende Gossens, proceso en el cual somos querellantes un grupo de profesionales y dirigentes sociales del socialismo allendista.
Durante los veinte años que sucedieron a la dictadura de Pinochet el tratamiento sobre la muerte violenta del Presidente Salvador Allende en medio del Palacio de la Moneda en llamas es probablemente el más emblemático y simbólico para demostrar a que grado de cinismo y de desprestigio pudo llegar la débil y binominal democracia que reemplazó a la dictadura. La misma institucionalidad política, constitucional, económica y cultural que hoy es severamente cuestionada y rechazada por la gran mayoría de los chilenos, como bien lo refleja la última encuesta del 2011 publicada por el CEP (y a pesar que las encuestas se hayan transformados en instrumentos de sociabilidad ideológica e inductiva para construir “sentidos comunes”)
A Allende se le presentó como una figura del pasado, de un Chile terminado. Fue presentado desde una pseudo izquierda liberalizada solo como un soñador y un demócrata desprovisto de su sentido colectivo, ocultando su adhesión a un marxismo con características nacionales presentándolo completamente ajeno del sentido histórico de la transición al socialismo que intentó encabezar al frente de una coalición social y popular (y no sólo de partidos) como fue la Unidad Popular UP. Durante años, los anteojos de Allende fueron transformados y luego exhibidos como un símbolo buscando despojarlo de su sentido histórico colectivo más profundo. En nombre de esa sombra y caricatura de Salvador Allende algunos conspicuos dirigentes socialistas ( muchos de los que antes de 1973 fungían de revolucionarios ubicados a la izquierda del propio Allende), formulaban vergonzosas y lastimosas “meas culpas” y pedían disculpas a sus victimarios de las FFAA y a la derecha por haber intentado impulsar un proceso hacia el socialismo sin “los acuerdos necesarios para avanzar”.
La ecuación lógica difundida e impregnada en la cultura y sentido común nacional por las clases dominantes con apoyo implícito de las nuevas autoridades de la Moneda fue la siguiente: Allende se suicidó, luego al ponerse fin por mano propia no hay terceros responsables. Durante años aquello permitió mantener y presentar ante las nuevas generaciones la figura de Allende distante, escondida y deslavada, desprovista de su verdadero liderazgo y rol histórico. Gracias a esa operación consiente y transformista, los autores del bombardeo y del ataque militar, por aire y tierra, contra Allende y sus colaboradores nunca fueron señalados como responsables, nunca fueron perseguidos como autores de delitos e incitadores a la violencia, como responsables reales de su muerte violenta. La anterior combinación y el paso de los años contribuyeron a la gestación e instalación de la amnesia colectiva y por consiguiente a la tranquilidad de las clases dominantes y de sus nuevos aliados útiles en la mantención y reproductibilidad del modelo económico neoliberal imperante.
Cuando en enero del 2011 presentamos ante la justicia una querella por la muerte violenta del presidente Salvador Allende, los Socialistas Allendistas buscábamos no sólo dilucidar la forma en que murió el ex Presidente sino que buscábamos perseguir a los responsables y autores intelectuales y materiales de un delito y crimen de lesa humanidad que no tiene prescripción. Buscábamos perseguir justicia frente al intento sistemático ( por aire y por tierra) de asesinar en la Moneda al presidente Allende y sus colaboradores. En consecuencia, impulsamos una línea que buscaba establecer y sancionar las responsabilidades de aquellos pilotos que perpetraron el bombardeo a la Moneda aquél fatídico 11 de septiembre de 1973.
Durante el proceso hemos aportado innumerables y contundentes antecedentes sobre los pilotos que perpetraron el bombardeo con el objetivo de asesinar al Presidente Allende y a sus colaboradores. A solicitud de nuestro abogado querellante Roberto Ávila, la propia Corte de Apelaciones a de Santiago le enmendó recientemente la plana al magistrado Carroza ordenándole efectuar varias diligencias, entre las cuales podemos destacar, el citar nuevamente a declarar, bajo apercibimiento, al Jefe de la Escuadrilla que bombardeó la Moneda, el general (r) Mario López Tobar con el objeto de establecer los nombres de los pilotos que bombardearon la Moneda. A la luz de estos hechos el anuncio del cierre del sumario por parte del Magistrado Carroza nos plantea graves interrogantes:
¿Para la justicia chilena y nuestra sociedad el bombardear e incendiar el Palacio presidencial buscando asesinar al Presidente de la República no es constitutivo de delito?
¿No es delito el que como consecuencia de un brutal e ilegitimo bombardeo al palacio de gobierno termine muerto el Presidente Constitucional de la República?
A pesar de los sistemáticos intentos por borrar la historia y construir amnesia colectiva sobre estos hechos presentando de manera tergiversada a Salvador Allende. A pesar de aquellos que creyeron que bastaba probar que Allende se puso fin por mano propia para que la impunidad y la “tranquilidad” regresaran nuevamente a nuestra sociedad, seguiremos luchando confiados que la justicia se impondrá. Nos asiste la convicción que mucho más temprano que tarde se abrirán las grandes Alamedas de nuestra patria para hacer justicia y conciencia histórica ante este caso. Otra justicia y otro Chile es posible tal como lo han demostrado los estudiantes de la patria durante el año que termina.
Esteban Silva Cuadra
Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Socialismo Allendista
Director de Relaciones Internacionales ILAES Posgrados
Santiago, 30 de diciembre de 2011