Gracias a mi amigo Virgilio Galvis, ministro de salud del Presidente Andrés Pastrana, conocí a Gabriel García Marquez en 1999 en Cartagena de Indias, Colombia, en un recinto de la Armada de su país. Aquella tarde, esperábamos un barco galeón que llegaría a aquel lugar, para una recepción almuerzo con todos los Presidentes y Jefes de Estado de la Comunidad Andina de Naciones y sus comitivas que se reunían en esa ciudad.
Me impresionó la calidez y sencillez del Gabo.Yo ya creía conocerlo a través de la lectura de sus libros, de sus relatos y descripciones de Colombia y de nuestra América, a través del relato descriptivo de nuestros macondos y del realismo mágico.
Sus libros me permitieron comprender mis propias raíces y ese profundo pueblo andino, selvático y costeño que, con el paso de los años, pude conocer recorriendo los países andinos, caminando sus pueblos, localidades y fronteras, trabajando para el Organismo Andino de Salud Convenio Hipólito Unanue.
Gabriel García Marquez nos conmovió, y me hizo viajar antes de ello desde la imaginación con sus "100 años de Soledad". Gracias a aquello, agradezco y creo que logré superar, en parte, la terrible malformación chauvisnista y la profunda ignorancia que sobre nuestro propia cultura y continente tenemos los chilenos.
Gabriel García Marquez me marcó también en mis miradas y convicciones políticas, con sus vibrantes crónicas y relatos sobre la fascinante personalidad y convicción revolucionaria y libertaria del "flaco" Jaime Bateman, fundador del M19, o al escribir acerca de la soledad y "su laberinto" del Libertador Simón Bolívar en sus últimos años de vida.
El Gabo nos conmovió en la década de los 80 con su descripción tan profunda del combate, el heroismo y muerte del compañero Presidente Salvador Allende y de Miguel Enriquez, y nos infundió coraje en nuestra lucha con su relato de un Miguel Littin clandestino en el Chile de la dictadura de Pinochet.
No sólo fue EL escritor de esta nuestra América que nos hizo mirarnos con nuestros propios ojos, los ojos del sur, sino que fue también un hombre comprometido con grandes causas de lucha por la justicia, la dignidad y la paz.
Fue amigo fiel de Fidel y de la revolución cubana, y entendió en sus inicios, (y antes que muchos) el rol emancipatorio que jugaría el Comandante Hugo Chávez en su tierra y en nuestro continente.
El Gabo fue un gran Colombiano y un gran ciudadano de nuestra América, pues nos ayudó a mirarnos con nuestros propios ojos, con el realismo mágico propio de lo que somos, y como diria Galeano, desde las venas abiertas acumuladas y sufridas de la larga historia de los pueblos y sus luchas de nuestro continente.
En su partida,todo nuestro homenaje al Gabo y a sus libros que adquirieron vida propia, pues hoy son tan parte nuestra como su autor.
Esteban Silva Cuadra
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